Y ahí vienen los pensamientos del manco... digo de Nicolas. De nuevo viene su espíritu a traernos su dolor.
Lestat de Lioncourt
Cuando llegas al fondo de tu alma,
donde anidan tus más terribles pensamientos y pesares, sabes bien
que puedes volverte loco o fortalecerte. Muchas personas no quieren
reflexionar sobre el mundo porque saben que son capaces de hacer
cosas terribles. Gente honesta que en realidad desea sacrificar al
mundo, postrarlo ante sus pies y deleitarse con el jugo de la
mentira. Miles de sensaciones te aguardan en el páramo donde el
cuervo grazna, los árboles son retorcidos y no existe fruto alguno.
Allí donde todo es yermo y el dolor es lo único que surge del
suelo.
Yo he caminado por las profundidades de
un enjambre de zarzas, he visto montañas de palabras robadas y he
contenido el aliento ante la horrible visión de mi verdadero yo.
Después he derramado miles de ríos de tinta en los folios que
acumulaba junto a mi ataúd. Allí, exponiendo el dolor, explicaba
todas las sensaciones amargas de las que disfrutaba de forma
retorcida. No obstante, extrañaba su luz. La luz cálida de un sol
que provocaba brotes tiernos de felicidad bajo mis pies. Esa luz que
él tenía. La luz que codicié. El amor que dejé escapar. Él.
Toco sin dejar de mecerme ante el
sufrimiento. Voy con los ojos vendados mientras juego en el hilo
frágil de mi destino. Sé que cada nota musical que surja de mi
violín puede ser la última y que cada palabra escrita testimonio de
mi locura, pasión y despedida. Si cae el telón que caiga conmigo.
Mi actuación debe ser la final de un gran misterio.
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