Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

sábado, 3 de enero de 2015

Música para la reina

Creí que la música los despertaría. Confiaba que podría hacer que la hermosa melodía, el desgarrador y enloquecedor sonido de un violín, agitaría sus almas del modo que a mí me tranquilizaba, hacía llorar o imaginaba a Nicolas girando por los aires con esa sonrisa demoníaca. Sí, el violín. El violín siempre fue un nexo entre lo espiritual y lo infame, pues muchos tacharon a los violinistas de demonios y a sus manos de arañas que rasgaban las cuerdas como si quisieran desgarrar el mundo. La vida tenía forma de violín para mí, pues estaba enamorado de su sonido. Nicolas lo sabía y él tocaba de forma cotidiana para mí. Quizás no era el mejor violinista que he escuchado, pero sí el más apasionado. De él aprendí, de él sentí y por él bajé decidiendo que sería nuestra última gran aventura. Una aventura lejos de Auvernia, el círculo quemado donde morían inocentes tachados de brujos, y una despedida triunfal a mi amor por él.

Lo creí, lo intenté y lo logré. Como si fuese un hacedor de milagros. Igual que el Mesías predicando en mitad del desierto. Del mismo modo que hace un sacerdote, de cualquier religión, cuando provoca que alguien se conmueva y convierta en su fe. Ambos dioses de mármol, Padre y Madre, se alzaron revelándose y demostrando que seguían vivos. Tras su aspecto inhumano yacían corazones que bombeaban pasiones, almas que respiraban sueños e ilusiones banales como las que yo podía tener en ese momento.

Sentí miedo, pero también una profunda paz. Logré lo imposible. Mi música, la música que toqué recordando como lo hacía Nicolas, provocó que ellos se alzaran. Ella para adorarme y él para impedir que su amada me amase más a mí, y mi música, que a él y su silencio. No podía gritar. Parecía que algo apresaba mi garganta aplastándome contra el mundo. Mi boca se llenó de su sangre, su abrazo era firme, el orgullo de Enkil estaba herido, el violín estallaba y yo comencé a llorar. Quise implorar ayuda. Pedí ayuda. Me sentí turbado.

Entonces, como un héroe de un libro de acción, Marius apareció regresando todo a la normalidad. El esqueleto destrozado del violín estaba a mis pies. El alma de Nicolas posiblemente estaba libre. Jamás volví a tocar un violín. Nunca más. Me juré que no volvería a hacerlo, pero a la vez me quedé con la confirmación que necesitaba. Ellos estaban vivos. La música podía animarlos. Sí, la música. La extraña música de un violín tocado con pasión y fervor, igual que implora un beato ante un altar. Una especie de religión musical que influyó en ambos. Marius estaba desecho, furioso y a la vez asustado. Yo sólo imploraba perdón. Quería quedarme al lado del maestro y el maestro me pidió partir.


La próxima vez que nos viésemos, él y yo, sería frente al cuerpo de Akasha completamente derrumbado frente a los pies de las gemelas, con su cabeza separada del cuerpo, y mil lágrimas bañando mis mejillas. La próxima vez la Reina habría despertado con locas ideas de una religión imposible, buscando ser escuchada y amada... buscando ser lo que nunca fue, la diosa que yo amé.

Lestat de Lioncourt  

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Lestat de Lioncourt