Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

viernes, 30 de enero de 2015

Peligro llama a peligro

David tiene razón en muchos aspectos, pero en otros no. Digamos que le mejoré la vida.

Lestat de Lioncourt


Muchos desean ser inmortales. A lo largo de la historia el hombre ha hecho miles de intentos para sobrevivir en el tiempo breve que tienen de vida. Hay quienes han inmortalizado su nombre, su talento o simplemente la crueldad de sus actos. Nadie escapa de ese imposible deseo de perdurar más que otro ser humano. La muerte nos causa miedo y nos perturba casi desde el mismo momento que tenemos capacidad para comprender que todo lo que nace, sea lo que sea, acabará muriendo.

Cuando era un niño tenía la capacidad de ver espíritus. Con el tiempo esa capacidad fue mejorando. Aprendí a escuchar, sentir y diseccionar la verdad que había a mi alrededor. Nunca creí en Dios. No en el Dios al que muchos rezan. No puedo creer en él. Pero a la vez tengo esa esperanza. Pues la esperanza jamás se pierde, ¿no es así? Una vez creí ver a Dios y al Diablo discutiendo en una cafetería, pero terminé diciéndome a mí mismo que eso era una auténtica locura. Nunca se lo dije a nadie, sin embargo terminé confesándoselo a un vampiro.

La inmortalidad existe y yo soy la prueba de ello. Mi nombre es David Talbot y el cuerpo que habito no es el mío. Es el cuerpo de un joven que tomó el camino incorrecto, tropezó con el “lobo” y éste acabó con su cuento sin un final feliz. Yo era un anciano cuando conocí a Lestat, ese vampiro del que todos han oído hablar, y por su imprudencia acabamos en una aventura que muchos conocerán.

Talamasca es una organización conocida entre aquellos que estudian a los muertos, los sucesos paranormales y las diversas criaturas que conviven con nosotros. Una persona normal jamás sería miembro o creería fielmente en nosotros. Hay quienes pensarían que estamos locos si supieran quienes somos y nuestros métodos. Hemos estado observando el mundo y aprendiendo. Yo fui director de esta orden. En parte aún me siento ligado sentimentalmente a mis recuerdos como director, pero en estos momentos no tengo contacto alguno con nadie que esté involucrado todavía en la orden.

Lestat, después de ser advertido por Marius en varias ocasiones, decidió venir a verme. Entró en mi despacho, se paseó por él y me miró como quien codicia un pequeño tesoro. Sus doradas cejas, su cabello rubio y espeso cayendo por sus hombros algo anchos, esa pose descarada de joven rebelde y esa ropa, esa maldita ropa de adolescente sin remedio adicto al rock y la mala vida, me hizo reír internamente, aunque me fascinó. Me reí porque jamás vi un vampiro con tanta elocuencia, aunque personalmente no había tenido contacto con ninguno. Había leído sobre ellos, escuchado a compañeros hablar sobre los jóvenes vampiros que se reunían en todo el mundo, y para mí fue un impacto verlo en mi despacho. Decidí atenderle, responder a sus preguntas y hacer amistad. Ustedes también habrían pecado de ese modo, estoy seguro, pues es una oportunidad única en la vida.

Poco después de conocernos vino con una disparatada propuesta. Según él le habían asegurado que podía cambiar su cuerpo inmortal por el de un joven mortal. Un joven apuesto. Él quería comer de nuevo paladeando la comida, beber vino, tener sexo hasta el amanecer y disfrutar del sol. Cosas que como vampiro uno no suele disfrutar.

Acabaron robándole el cuerpo, su fortuna y su poder. Sufrió mucho por esa estúpida idea. Me rogó que lo ayudara y decidí hacerlo. Conocía al ladrón. Era un antiguo miembro de la orden que cayó en desgracia. Alguien que no me agradaba. Pensé que si luchaba contra él y lo vencía ayudaría a la orden y a un amigo. Por ayudar, por el simple hecho de ayudar, acabé sin mi cuerpo. Lestat recuperó el suyo, pero yo acabé en el cuerpo del muchacho que Lestat había tomado.

Después Lestat me transformó. Como anciano no quería ser inmortal. Me negaba a ser viejo y decrépito para siempre. Prefería morir. Pero como hombre joven medio una nueva vida, rompí vínculos con todo y tuve que decir adiós a Aaron, Merrick y al joven Yuri. Creo que eso, y los enormes volúmenes de Talamasca, fue lo único que eché de menos de mi vida mortal. Pues he seguido viendo espíritus y sigo coleccionando historias.


Yo soy David Talbot y estoy dispuesto a escucharte.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt