Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

sábado, 31 de enero de 2015

Poesía perfecta

Flavius es uno de esos hombres a los cuales les tomas aprecio. No sé. Es un inmortal que siempre me agradará. Y apenas lo conozco, sólo de oídas. Pero, sin duda alguna, es un gran hombre.

Lestat de Lioncourt


Sus pesadillas la anclaban al dolor, le secuestraban los sentidos y la arrojaban a un mundo que no podía comprender. Recuerdo como lloraba y se aferraba a mí. La calidez de su cuerpo era tentadora, pero aún más tentador era el escuchar de sus labios mi nombre. Me sentía cómplice y totalmente complacido por su cariño y fe. Ella buscaba mis brazos como quien busca agua en el desierto. Era útil. Ella me veía como un buen hombre y para mí ella siempre sería la mujer que me salvó la vida.

Cuando no tienes nada sabes apreciar lo poco que consigues. Yo conseguí su amistad, complicidad y amor sincero. Porque amor no es sólo cuando las piernas de una mujer se abren, sino cuando su pecho tiembla por cada caricia y sus ojos hablan de mundos distintos. Ella amaba la poesía, lo cual la hacía la ama perfecta. Era su esclavo, su hombre fiel y sincero, que caminaba a su lado guardándola de todo mal.

Nos hemos vuelto a ver. Tras tantos siglos. Ella me echó de su lado temiendo que Marius me destruyera. Jamás odié a ese hombre, pero sus celos eran terribles. Cuando nos hemos visto frente a frente, sin cambiar ni un ápice, he sentido como mi corazón se agitaba bajo mi duro pecho. No dudé en extender mis brazos, rodear su pequeño cuerpo y besar su frente en reiteradas ocasiones. Ella, mi señora, la mujer que me compró en aquel mercado, con la que discutí sobre poesía largas horas, y que me buscaba en mitad de las pesadillas me había encontrado de nuevo.

No estaba sola, pero la sentí tan indefensa como siempre. Su fuerza era inmensa, aunque su alma siempre fue delicada ante el sufrimiento de aquellos que ama. Su alma es como un arpa que con cualquier caricia suena. Pues el dolor a veces hace mella en sus cuerdas y provoca que la posea una tristeza insondable, que se ahogue en sus ojos café y surja con palabras suaves como un ligero suspiro. Es fuerte, sabe contener el dolor, pero necesito cuidarla. Y como he dicho: no estaba sola.

Un hindú, de ojos profundos, estaba a su lado sonriendo ligeramente, sintiendo el amor que ambos nos profesábamos. Un hombre distinguido, de grandes modales y caminar elegante. Parecía sacado de un cuento demasiado fantasioso para tener un ápice de verdad. Él comenzó a dar pequeñas palmadas y me sentí de nuevo como en casa. Nadie apartaría a Pandora de mis brazos, del mismo modo que nadie la arrancó de mi corazón. Él lo sabía y lo comprendía.


Aquel momento parecía una poesía perfecta.  

No hay comentarios:

Gracias por su lectura

Gracias por su lectura
Lestat de Lioncourt