Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

viernes, 23 de enero de 2015

Por ti

Flavius era un esclavo, pero no un esclavo cualquiera. Era un buen hombre que prefería las cadenas a verse libre y derrotado.

Lestat de Lioncourt



“Alza tus ojos hacia el cielo, ¿ves la libertad? Pues la libertad física no debe ser tan preciada si tu alma no está dispuesta a convertirse en Ícaro y arriesgar. Mírate, eres el reflejo de miles de poemas que nadie escribió para ti. Obsérvate en los ríos de tus lágrimas ¿y qué ves? Dime, ¿qué ves? ¿Un hombre desarmado? ¿Un ser grotesco? ¿Un inválido? Quizás ves todo y nada. Puede que la oscuridad consuma cada recóndito lugar de tu alma. Dime, ¿a qué esperas? ¿Una invitación? ¿Eres un cobarde? Tal vez... tal vez...

Recuerda el pasado, Flavius, como si fuera un amanecer presente. Quédate ahí inmóvil y respira su esencia. Puedes notar las caricias de las esclavas, los besos bondadosos de tu amo, el júbilo de aquellos que te dieron el don de ser culto y la pasión de los poemas que tanto devorabas hasta conocerlos a la perfección. Sigue la línea de las letras, recita una vez más y despierta. Estamos en el hoy, no en el ayer. Despierta.

Puedes buscarla a ella. Puedes ir tras sus sueños. Herir sus pesadillas. Sumirte quizás en su dolor. Pero jamás podrás ser el hombre que la ame como un hombre. Nunca serás capaz de abrir sus piernas y danzar con ella entre las sábanas llenas de sudor, suspiros y sueños derramados. Nunca. Pandora vuelve a ti. Pandora te recuerda. Tú la recuerdas. ¡Flavius!”

Despertó alzándose del escritorio. Frente a él estaba la última carta que había escrito. Ahora sabía donde se encontraba y con quien. Era un hombre afortunado ese hindú, pero su señora podía necesitarle. Él siempre estuvo dispuesto a darle consuelo, aunque nunca el amor pasional que ella en ocasiones requería. Aquello siempre le dañó. Deseaba complacerla como cualquier hombre, pues mirando bien en su corazón ella fue la única mujer a quien amó.


Tomó la estilográfica y empezó a rasgar en el papel unas nuevas líneas. Aquel sueño debía quedar plasmado, pero nunca de forma tan desordenada. Debía darle sentido. ¿O había perdido también el juicio? Sólo podía decirse así mismo: ¡Pandora! ¡Mi señora! ¡Debemos vernos aunque sea nuestro último encuentro!  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt