Quinn... ¡Yo sé porque la ama! Es que Mona tiene algo especial. Sin embargo, no podemos soportarnos demasiado tiempo.
Lestat de Lioncourt
El tiempo que estuve separado de ella
me hizo madurar. Comprendí absolutamente todo lo que una vez me
confesaron. Supe que el amor es algo más que palabras de amor en
e-mails desafortunados, perdidos en el tiempo y la red. Crecí como
hombre, tuve el conocimiento necesario y acepté que estaba
condenado. Jamás dejé de pensar en ella. Pese a todo no pude
entregar mi corazón a alguien más. Ella se merecía algo más que
morir en la cama de un hospital. Quería sostener sus manos entre las
mías, pero me pidieron que no lo hiciera. Aquella mujer, tan joven y
hermosa, se marchitaba como las flores que tanto amaba. Sabía que
ella viajaba al valle de la muerte, pero yo deseaba retenerla entre
mis brazos y jurarle amor eterno.
He leído mil veces Romeo y Julieta. Un
amor que duró tan sólo tres días, pero que se convirtió en la
típica historia de amor imposible. Muerte, desilusión y tragedia
italiana en un cúmulo de sensaciones amargas. Muchos jóvenes desean
tener un amor tan apasionado. Yo deseaba ser el Noble Abelardo de una
Ophelia que no navegara entre las cristalinas aguas de ningún río,
mar u océano. Ella no podía morir. No. Nuestro amor no podía
acabar como el de tantas historias que la literatura creó
interpretando el amor puro, la desesperación y el sufrimiento por un
corazón entregado.
Ahora, tras tantos años, la contemplo
deslizando mis ojos por su piel lechosa salpicada de diminutas pecas.
Sus cabellos rojos, parecidos al jengibre, acarician su espalda
diminuta. Sus senos, firmes y suculentos, son pequeñas montañas que
toman forma mucho antes de su vientre plano y su monte de venus de
escaso vello. Tiene unas piernas que podrían ser las de una sirena,
pues a veces pueden ser torpes. Está envuelta en leche, pecado y
sangre. Sí, cubierta por la belleza inmortal de la sangre y el poder
que le transmite. Puedo hacerlo ahora mismo, mientras escribo estas
líneas de forma acelerada.
Él la salvó. Aquel vampiro elocuente
y carismático llamado Lestat. Era mi héroe y como todo héroe, o
quizás santo, cumplió su cometido salvando mi felicidad. Porque
ella, mi hermosa y salvaje pelirroja, es mi felicidad.
Se aproxima San Valentín. Es una fecha
especial para muchos enamorados. Sin embargo, para nosotros, no es
más que una cifra más en el calendario. El amor es para usar todos
los días. Se fabrica y usa a diario, pues si no se hace se convierte
en polvo.
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