Seth... lo conocí hace tiempo. Fue fascinante encontrarlo en este mundo. Supe de él por la historia de Akasha y Enkil, pero creí que era polvo en el desierto. Luego, más tarde, nos cruzamos y juro que fue un placer.
Lestat de Lioncourt
«Seth. Lo llamaré Seth. Será orgullo
de sus padres, de su nación y sus dioses. Crecerá fuerte en las
tierras oscuras de Kemet y será honesto, fuerte y entregado a su
pueblo.»
El mayor orgullo de una madre es saber
que su hijo crece sano. Había perdido en mi vientre un hijo, pero
este había nacido con unos pulmones tan fuertes que provocó que
cayera exhausta y fuese recostada en mi cama. Mi hijo había nacido
al fin. Creo que es lo único bueno que quedó de mi amor por Enkil.
Había amado a mi compañero, sido su
sombra en la corte, apoyado y ayudado a tomar decisiones; sin
embargo, sabía que no era yo la persona más importante en su
corazón. La persona más importante, el ser que estaba sobre todos,
me miraba ese día con una ilusión terrible. Él era Khayman. No era
un mayordomo real, sino un guerrero que aconsejaba a mi esposo en
cualquier ámbito de su vida. Era culto, responsable y estaba
enamorándome de él.
—Es un día importante para el
pueblo, pero cansado para una madre—explicó acercándose con una
palangana de agua tibia, la cual dejó a mi lado, para luego hundir
un trapo dentro de ella y comenzar a lavar el sudor de mi rostro.
—¿Crees que sobrevivirá?—pregunté.
—Tendrá una larga vida.
Una larga vida... Esa era mi obsesión.
Prácticamente quería ser hermosa para siempre, pero también fuerte
y poseer un poder similar al de los dioses. Por eso cuando ocurrió
el accidente, provocando que los tres nos convirtiéramos en leyendas
de nuestro pueblo, pedí que se llevaran a mi hijo lo más lejos
posible. Ya contaba con unos cuantos años. Era casi un muchacho.
Tenía seis años cuando lo abracé por última vez aquella noche.
Durante años pensé en mi hijo, en
como el destino me arrebató algo preciado para darme el poder que
anhelaba. Me sentí dolida por mis propios sueños, pero él regresó.
Él volvió siendo un hombre, con los brazos fuertes de un guerrero y
los ojos vivos que yo una vez tuve. Jamás supe si él, Seth, era
hijo de Enkil. Tuve un romance breve y discreto con Khayman, pero
siempre fue hijo del rey.
Hice que mi hijo fuese tan fuerte como
yo, tuviese una larga vida y le di un trozo de mi mundo. Quizás fue
un error, pero no me arrepiento. Yo no quería ver morir a mi hijo en
una cama, en mitad del desierto o simplemente desaparecer de mi vida.
No. Cualquier madre hubiese hecho con orgullo lo que yo hice.
No hay comentarios:
Publicar un comentario