Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

martes, 10 de marzo de 2015

Soy mal alumno y peor maestro, pero tú sigues vigilando mis pasos.

Aún no sé porqué decidí llenar los muros de medio mundo con mensajes absurdos a Marius. Se suponía que estaba muerto, pero al saber que Armand no tenía certeza alguna de su terrible final... me dio alas. Fue como una revelación. Pensé que debía buscar a ese vampiro tan antiguo porque tendría historias que podría usar, cierta experiencia y verdad que yo no conocería jamás de no sentarme junto a él. Deseaba ver con mis propios ojos un ser tan antiguo, que ha visto tanto y conoce el mundo como la palma de su mano. Necesitaba hundirme en su verdad, bucear en su alma y tocar los preciados tesoros que escondía en ella. Quizás era una imprudencia, pues podía destruirme, pero mi curiosidad era tal que no podía contenerme.

Jamás he sido muy responsable en mis actos. Creo que nunca he medido la fuerza y el valor de estos. He caminado por la senda oscura a tientas, sin luz alguna, y esperando que todo saliese como esperaba. No sé que prendía. Tampoco sé si prendía algo. Sólo quería gozar del momento, de ese instante maravilloso que puede ser hiel y miel a la vez. Me sentía en pleno derecho a saber. Los libros pueden contarte muchas historias, pero no es lo mismo si te lo cuenta alguien que las ha vivido. La experiencia es una materia que se aprende caminando, deshaciendo los pasos y volviendo la vista atrás para continuar de nuevo. Él había vivido historias que deseaba prácticamente palpar en sus palabras.

En sus brazos me sentí protegido. Debí tener miedo, pero sólo me recordó a mi hogar. Quizás fue algo demasiado estúpido por mi parte. Sabía bien que él no me destruiría, aunque su verdad podía volverme loco. Estaba impaciente. Me sentía tan nervioso que no era capaz de centrarme todos su mensajes. Olvidé por completo mis modales, me adentré en un jardín prohibido lleno de maravillas, y toqué con la punta de mis dedos la verdad más antigua. Pude ver con mis ojos las maravillas de la eternidad, lo terrible que es el poder y la inmortalidad. Vi el misterio deshacerse ante mí, como si fuese un tupido velo que caía de mis ojos. Estaba ciego, pero entonces pude ver. Oh, y lo que vi fue fascinante y aterrador.

Por mi imprudencia, por hacer algo indebido, provoqué un gran desastre y él me echó de su lado. Sin embargo, jamás lo olvidé. Nunca pude olvidar sus ojos sabios, algo fríos, y sus labios finos junto a su espesa cabellera rubia. Parecía un Dios. Un Dios benévolo que se apiadó de su único discípulo, pues nuestra única noche fue un desastre.

Llevé conmigo el silencio, pero terminé rompiéndolo ante el reto de Louis. ¿Por qué Louis? ¿No había otro vampiro que rompiese las reglas del silencio? No. Tuvo que ser él. Sentí aquello como un reto. Me llamó mentiroso, pero nunca mentí. No tenía derecho a llamarme mentiroso cuando en realidad ocultaba un secreto terrible. Y entonces todo explotó. Fue como unos maravillosos fuegos artificiales. Primero ves un murmullo, pero luego todo estalla. Fue un momento. Un instante en la vida. Un concierto terrible, muertos, fuego, destrucción, carreras, un secuestro, más muerte y un ruego de amor y poder que quedó en nada.


Marius volvió a abrazarme. Sentí sus brazos rodeándome, pegándome a su cuerpo, y noté que nuevamente estaba en casa. Sin embargo, ese no era mi hogar. Mi hogar es romper las normas que tanto ama. Disfruto siendo yo. No puedo ser lo que él pretende que sea. No soy un santo. No soy bueno. Tal vez sí soy un mentiroso. ¡Quién sabe! Sólo sé que muchos me llamáis héroe y millones pronto me llamarán Príncipe de los Vampiros.

Lestat de Lioncourt  

1 comentario:

Yun dijo...

Eres preciosamente libre, si que lo eres y te adoro por eso.
Un beso al aire de parte de esta simple admiradora que bebe tus escritos como si fueran manantiales.
Jun

Gracias por su lectura

Gracias por su lectura
Lestat de Lioncourt