Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

viernes, 3 de abril de 2015

Mis creencias

Marius siempre fue un ser ateo, aunque tuvo sus momentos de dudas. Para él no hay nada más cierto que el momento en el cual vivimos.

Lestat de Lioncourt


Viví en la época de Jesús. Pude observar como el mundo se llenaba de charlatanes que decían haberlo conocido, seguido y apreciado. Contemplé a los hombres y las mujeres sacrificar sus días por las historias de la Biblia. Ellos pasaron de ser perseguidos a ser bien vistos en la sociedad, minando a ésta con sus textos de bondad, milagros y resignación. Vendían una esperanza envuelta en papiro y tinta. Decían ser esclavos de la verdad. Alzaban sus voces en los templos, calles, plazas y en cualquier lugar donde pudiesen tener cierto aforo. Los veía en los mercados, inclusive. Ellos se detenían frente a la gran masa, empezaban a recitar las historias que había vivido su supuesto Mesías, Dios entre los hombres, para luego señalar a otros juzgándolos como pecadores por no seguir la fe, las palabras expuestas como testimonio verdadero y por no hacer honor a las virtudes exclamadas.

Muchos creían en ello, otros comenzaban a dudar de los viejos dioses y el resto terminó influenciado. La fe movió montañas. Se incrustó en sus temerosos corazones. Aisló al mundo del juicio de la razón, para dejarse llevar por algo más allá que la filosofía y las ciencias. Poco a poco se sumergió en la oscuridad, el terror y la masacre. Las guerras, el hambre y la miseria asolaron países donde intentaban imponer la buena voluntad. Muchos mataron en nombre de Dios, igual que habían hecho en nombre de otros dioses. No eran mejores, pues eran igual de miserables. Sus buenas acciones se convirtieron en papel mojado, quizás por la sangre y las lágrimas de un infiel o un insensato que dudó por un segundo lo que decía en ellos.

No soy mejor que ellos. Pero he vivido durante milenios. Jamás diré que tengo mayores virtudes que un Dios que no los escucha, si es que tiene oídos. Creo que han dado la espalda a la verdad, a la auténtica verdad, que es dudar de todo y preguntarse los verdaderos orígenes del poder. La filosofía ha vuelto, pero a duras penas es leída o practicada, la ciencia ha quedado atrasada por los siglos de terror y la sociedad está dividida aún entre la riqueza y la pobreza. Muchos sacerdotes indignos se pasean hablando de piedad, voto de pobreza y honor, pero viven en palacios lujosos con el estómago caliente.

Admito que no es la única religión de la cual tengo quejas. Me quejo de todas. Todas y cada una. No me importan su nombre, su Dios o dioses, pues todas son mentiras para atar al pueblo. Es cierto, por supuesto, que tuve dudas cuando vi el Velo de la Verónica y escuché la historia de Lestat, pero también puedo asegurar que Dios no existe. Para mí no hay ningún Dios. Para mí sólo hay buenas o malas acciones, leyes justas o injustas, virtudes o desafíos a una vida terrible donde el egoísmo impera. Todos tenemos defectos, por lo tanto todos deberíamos ir al Infierno.


El Cielo no te espera, sólo te está esperando la luz de la verdad...  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt