Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

sábado, 4 de abril de 2015

Pecados

Paul fue el motivo por el cual Louis se llenó de dolor y ese dolor me pareció atractivo en él. SI no hubiese muerto Paul posiblemente él y yo no nos habríamos conocido.

Lestat de Lioncourt


Con las manos juntas, tus ojos azules clavados en el altar y tu cabello dorado, como el trigo o centeno de otras tierras, parecías un ángel. Recuerdo que durante días no te movías de esa posición. Me preocupabas. Tu obsesión se volvió insoportable. Madre lloraba por ti día y noche. Ella quería para ti grandes proyectos, pero tú sólo tenías la obsesión de vestir tu sotana y lucirte como un santo. No descansabas y sentía que empezabas a perder el juicio. Creí que sería bueno para ti construir ese maldito oratorio, pero fue tu tumba y mi perdición.

Tenías dieciséis años y toda una vida por delante. Eras mucho más maduro y educado. Tenías un físico perfecto, mucho más masculino que el mío a tus años, y te veía con los ojos de un padre. Yo te cuidaba en nombre de nuestro padre, el cual había fallecido años atrás. Era el culpable de tu educación y tenía el derecho a protegerte.

Aún recuerdo como conversabas con tus supuestos ángeles. Llamaba aporreando tu puerta y no abrías. Mucho antes de tu muerte comenzó para mí el luto y el dolor en mi corazón. Te perdía, Paul. ¿Cuántas noches lloré por ti? ¿Cuántas mañanas amanecí borracho tirado en tu puerta? La preocupación me hizo caer por un precipicio terrible. Llegué a los infiernos antes de verte caer por las escaleras, salir disparado por la vidriera y terminar en el suelo como una marioneta con las cuales nos divertíamos de pequeños.

Quise ahogar mis sentimientos con el alcohol. Quería olvidar todo, inclusive las lágrimas, con cada partida de cartas, prostituta barata y botella de vino. Aprendí que nada de eso merecía la pena. Las mujeres jamás me saciaron, y tan sólo tenía la excusa perfecta para llorar pegado a sus escotes y abrazarlas por la cintura. El vino era cada vez más agrio. Las cartas eran una excusa para quedar en banca rota y poder ser asesinado. Deseaba la muerte, pero era demasiado cobarde para suicidarme. Madre sufría, pues se enterró en el luto, mientras que nuestra hermana creía que podía tocar el clavicordio intentando alejar tu fantasma.

Para ti la religión fue un refugio, pero para mí siempre fue una incógnita. Después vino él. Tenía esa pasión febril en sus ojos, muy similares a los tuyos, y ese cabello rubio que caía sobre sus hombros. En un primer momento creí que me mataría, pero no fue tan amable. Él no me mató. Decidió concederme una oportunidad y la aproveché. Éste mundo para mí es un purgatorio y sigo caminando con las penas en mi pecho, la malicia en mi mente y una pose cínica, además de terrible, frente al hombre que amo. Porque aún me siento hombre, igual que él, pues nuestros pecados no son tan diferentes a los pecados de los mortales.



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Lestat de Lioncourt