Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

jueves, 23 de abril de 2015

Tú, tu alma... mi amor y yo.

Avicus y Zenobia son un dueto peculiar. Sin embargo, sé que a Mael no le gusta.

Lestat de Lioncourt

Escribiría miles de poemas en tu nombre, dejaría que mis propias venas fuesen la tinta que describen tus mejillas sonrojadas y tus profundos cojos oscuros. Me dejaría la piel, arrancándola a tiras, para curar cada herida de tu alma. Y, sin embargo, guardo silencio contemplándote frente a mí desnuda, con la firme intención de contemplarte como quien contempla un cuadro recién acabado y descubre la perfección de cada pincelada. El silencio cae sobre tus hombros, mis ojos rondan tus firmes y pequeños senos, mis manos acarician tus carnosos labios y te llamo amor, pues no sé llamarte de otro modo.

Recuerdo tus mejillas llenas de lágrimas rojas, tu cabello revuelto y el miedo atemorizando tu corazón. Ese murmullo, como el de un ratón, eran tus latidos. Estabas asustada, perdida e inconsolable. Te rodeé entre mis brazos, cubriendo tu pequeño cuerpo, mientras ellos me observaban con cierto asombro. Jamás me arrodillé ante nadie tras salir de la corteza de aquel roble, sin embargo el Dios había elegido a quien llevaría la virtud de su semilla, una semilla que aún se conserva en tu pecho y que es el amor más puro que he podido entregarte.

Acepto que no eres la única que he amado. Pero no te compadezcas, pues es quien me ha logrado retener más que las raíces del árbol que me guarecía del sol y sus poderosos rayos. Ahora, los dos, nos miramos entre papiros, viejos tomos y recuerdos intentando asimilar el dolor que arrastramos. Hemos escuchado esa voz, nos ha arrullado, y ahora que ha callado sostenemos nuestras almas la una con la otra.

Jamás he podido dejar de amarte, pero he temido por los dos. He temido por verte muerta, como tantos otros, pese a nuestro poder y milenios. Temía que nos arrancaran la inmortalidad y todos los secretos que aún no nos hemos confesado.


Ahora córtate el pelo, ponte esa ropa de hombre y camina conmigo por las ciudades de medio mundo. Comparte conmigo alguna poesía, toma mi mano y estrecha con fuerza. Seamos esclavos de la sed, aunque ya ni siquiera nos inquiete, mientras observamos las luces de neón de los diversos edificios modernos. Hemos visto cambiar el mundo, pero el mundo no nos ha cambiado.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt