Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

lunes, 25 de mayo de 2015

Amistad

—¿Alguna vez serás responsable de tus actos?—preguntó mirándome con cierto desafío en sus ojos.

—Quizás—dije tras una honda carcajada. No podía evitarlo. Me divertía.

Era divertido ver esa expresión de furia contenida. Me agradaba su nuevo rostro, pero en sus ojos podía ver al hombre sereno de mirada cansada y cabellos canosos. Sabio entre los sabios. Siempre fue un oponente digno de cualquiera. Salvo yo. Yo no podía ser su oponente. No sabía enfrentarme a él y tampoco quería hacerlo. Era imposible. Formábamos una dualidad perfecta y una amalgama de sensaciones se mezclaban cuando recordaba nuestro pasado.

—¡Lestat!—exclamó—. Intento ser razonable.

—Pero ser razonable no es divertido mon ami—susurré meneando suavemente la cabeza hacia ambos lados—. ¿O te lo parece a ti?

—En la vida no todo es diversión—reclamó.

—Oh... pero ¿qué sería de la vida sin ella? Nada. Sería como éste Jardín Salvaje sin nuestras hermosas rosas de sangre—murmuré—. ¿Qué sería de la oscuridad sin los peligros que entraña? Es seductor ese peligro, al igual que lo es un demonio provocador que te lanza miradas aduladoras y te dice que te pondrá a tus pies mil imperios—sonreí sentándome en uno de mis maravillosos divanes. Amaba esos divanes. Siempre he adorado mi refinado gusto al elegir los muebles más ornamentados de mi época. Los anticuarios saben como adularme con joyas como esas cuando los visito. Me conocen bien.

—No te desvíes del tema—dijo señalándome con su dedo acusador, como si fuese Dios y yo un cordero fuera de su rebaño.

—Te comportas como si fueses mi padre—respondí exasperado.

—Porque tú eres peor que un niño—suspiró derrotado tomando asiento a mi lado.

De inmediato me incorporé abrazándolo. Me deshice de su corbata rápidamente, desabroché algunos botones de su camisa de seda blanca y colé mi mano derecha por el hueco de ésta. Mis dedos acariciaron su acaramelada piel y mis labios besaron su cuello, cerca del lóbulo de su oreja, mientras su zurda me acariciaba parcialmente el rostro.

—Amo como late tu corazón, pues latirá eternamente y sé que pase lo que pase, suceda lo que suceda, éste corazón latirá a mi lado defendiéndome. Tú eres un buen amigo—susurré en su oído, para luego ofrecerle un beso breve en la mejilla—. Te quiero David. Eres perfecto y maravilloso. No sabría que hacer sin tu buen juicio.

—Posiblemente volverías a pedir que te llevasen al infierno, para luchar contra ese ente que se hace llamar Memnoch—respondió cansado.

—Es posible... O pedir un nuevo cambio de cuerpo.


Él se echó a reír cambiando su expresión por completo. Se giró hacia mí y me miró a los ojos perdiéndose en ellos por un instante. Discutir en unos momentos como aquellos no era bueno. Dividirnos no era lo oportuno. Teníamos que unirnos. Debíamos ser una tribu.


Lestat de Lioncourt  

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Lestat de Lioncourt