Quinn y el amor. Es un hombre que se crió en un desierto de amor, por así decirlo, y encontró su oasis. Esperamos todos que estén bien.
Lestat de Lioncourt
Para muchos es fácil llamar amor a
cualquier cosa. Ni siquiera piensan en la verdadera importancia de la
palabra. No veo magia en los ojos de aquellos que dicen amar.
Simplemente sienten miedo. Se aferran a cualquiera para no sentirse
solos. Tal vez yo no sea el más indicado, pero me atrevo a decir que
puedes enamorarte de la noche a la mañana por algo más que una
simple atracción. Pero no es lo que veo ahora. Sólo veo personas
tristes, de vidas vacías, pocas metas en la vida y que necesitan de
forma desesperada entregar su alma a alguien.
Durante algunos años busqué el amor
en mi familia. Mi madre jamás me soportó. Cuando era tan sólo un
niño creía que era mi hermana, pues no podía siquiera imaginar que
me ella, alguien que me miraba como si fuese un monstruo, pudiese
haberme concebido. Nunca sabré quien es mi padre. Ella murió
llevándose varios secretos, aunque creo que ni siquiera ella era
capaz de saber quién fue el imbécil que la dejó embarazada. En los
brazos de mi abuelo aprendí lo que es ser un hombre de palabra, de
mis cuidadoras la bondad y de mi abuela la ternura. Tuve varios
profesores, pero Nash se convirtió en mi modelo a imitar. Deseaba
ser un hombre culto, educado y refinado. Tomé sus poses serias,
capté la esencia del amor a la literatura y aprecié la bondad de
sus ojos melancólicos.
Me crié en un mundo donde el trabajo
es recompensado con una hermosa puesta de sol, el zumbido de los
insectos y la paz de un trozo de paraíso perdido en mitad de una
ciudad como es Nueva Orleans. Pude observar a las luciérnagas
moviéndose entre los altos matorrales, me ensucié con el fango al
perseguir mariposas y tuve la compañía de un doble fantasmagórico
que decía quererme, necesitarme y protegerme.
Cuando la conocí a ella supe que era
una sensación distinta. Había visto a muchas chicas. Siempre he
sido consciente de la belleza que poseen las mujeres, pero ella se
convirtió en una dulce sensación que me embriagó hasta volverme
loco. El amor llegó fuerte y directo a mi alma. Pude perder todo.
Ella estaba marcada por la muerte, pero logré rescatarla junto a
Lestat. Jamás he dejado de amarla y sé que es el amor eterno. Sin
embargo, veo odio en las miradas de los mortales y rechazo entre los
nuestros. Nunca comprenderé a todos aquellos que dicen amar, pero no
son capaces de comprender o sentir.
Ella se ha convertido en el germen
sagrado de mi vida. Es la fuerza de voluntad que me hacía falta.
Sacia mi sed mejor que la sangre. Noto una comunicación fluida, unos
lazos firmes y un amor intenso en sus ojos. Ambos corremos por el
mundo buscando la libertad que no teníamos cuando tan sólo éramos
unos niños. Nos amamos intensamente, pero también buscamos nuestra
soledad. Somos uno y a la vez no hemos dejado de ser dos. Jamás
comprenderé a esos que dicen amar, pero ante cualquier obstáculo
sueltan sus manos y huyen. El amor es para luchar. El amor es la
llama que debe vivir dentro de nosotros. La pasión sigue ardiendo en
nuestros corazones.
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