Petronia no la conocí personalmente, pero me parece un ser muy interesante. Espero poder conocerla y poder conversar con ella... algún día...
Lestat de Lioncourt
Si tuviese que hacer memoria de todas
las cicatrices que tengo, de esas que todavía están abierta,
descubriría que no queda recoveco en mi alma para tanto dolor. Pero
el dolor me ha hecho fuerte. He logrado surgir de la nada
reconstruyendo cada trozo de mi muralla, pero creo que a veces la he
hecho demasiado alta y he impedido que otros me acompañaran. Otros
como él.
Puedo sentir su presencia sosegada, con
una mirada comprensiva y una sonrisa tibia que puede llegar a
provocar miles de reacciones en mí. Sólo quiero llorar en sus
brazos, pero no soy capaz de derrumbarme sin sentirme miserable. Él
parece haber superado la miseria de una vida dura y deleznable, pero
para mí sigue siendo un mar donde naufragar. Puedo notar todavía
los grilletes en mis pies, el recinto del circo jaleando sin piedad
que destroce el cráneo de un rival y el sol incidiendo sobre mi
espada. Viene a mí el sabor de mi propia sangre, un sabor
deleznable, mientras el sudor corría por mi frente. También me
aterra el sonido de los jadeos de aquellos que me usaban como si
fuese un mero objeto. Sin embargo, él parece haber olvidado los
grites y el dolor, la soledad, los latigazos y la escasa piedad que
otros parecían tener con los esclavos. Tuvo mejor vida que yo, pues
sus amos no fueron crueles ni salvajes, pero comparte conmigo el
destino y vio como aquel gigante, de cenizas y lava, se cobraba miles
de almas. Tal vez él es el fuerte y yo la débil, pero aquí sigo
luchando contra los fantasmas y las sombras del pasado.
En estos momentos me encuentro sentada
en mitad de la biblioteca, con los balcones abiertos para apreciar el
aroma de las flores de un jardín cercano, mientras el acaricia las
piezas de su elegante tablero de ajedrez. Manfred no está. Estamos a
solas. No hay nada que hablar. Él sabe lo que siento, pues no hace
más de diez minutos que me ha pedido que me una a él, me siente
sobre sus piernas y busque sus brazos. Sin embargo, no quiero
doblegarme hoy. No deseo demostrar que hoy, como ayer, necesito que
él escuche mis sollozos. Me haré la fuerte una vez más. Al menos
lo intentaré un par de horas... Quizás no soy un monstruo, ni un
demonio o una cruel arpía. Puede que siga siendo una mujer deseando
ser tratada como una dama y no como un engendro. Él es el único que
llegó a hacerlo. Tal vez por eso sigo a su lado, pues sigue
mirándome con esos ojos compasivos y comprensivos.
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