Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

jueves, 11 de junio de 2015

La coraza

Petronia no la conocí personalmente, pero me parece un ser muy interesante. Espero poder conocerla y poder conversar con ella... algún día...

Lestat de Lioncourt


Si tuviese que hacer memoria de todas las cicatrices que tengo, de esas que todavía están abierta, descubriría que no queda recoveco en mi alma para tanto dolor. Pero el dolor me ha hecho fuerte. He logrado surgir de la nada reconstruyendo cada trozo de mi muralla, pero creo que a veces la he hecho demasiado alta y he impedido que otros me acompañaran. Otros como él.

Puedo sentir su presencia sosegada, con una mirada comprensiva y una sonrisa tibia que puede llegar a provocar miles de reacciones en mí. Sólo quiero llorar en sus brazos, pero no soy capaz de derrumbarme sin sentirme miserable. Él parece haber superado la miseria de una vida dura y deleznable, pero para mí sigue siendo un mar donde naufragar. Puedo notar todavía los grilletes en mis pies, el recinto del circo jaleando sin piedad que destroce el cráneo de un rival y el sol incidiendo sobre mi espada. Viene a mí el sabor de mi propia sangre, un sabor deleznable, mientras el sudor corría por mi frente. También me aterra el sonido de los jadeos de aquellos que me usaban como si fuese un mero objeto. Sin embargo, él parece haber olvidado los grites y el dolor, la soledad, los latigazos y la escasa piedad que otros parecían tener con los esclavos. Tuvo mejor vida que yo, pues sus amos no fueron crueles ni salvajes, pero comparte conmigo el destino y vio como aquel gigante, de cenizas y lava, se cobraba miles de almas. Tal vez él es el fuerte y yo la débil, pero aquí sigo luchando contra los fantasmas y las sombras del pasado.

En estos momentos me encuentro sentada en mitad de la biblioteca, con los balcones abiertos para apreciar el aroma de las flores de un jardín cercano, mientras el acaricia las piezas de su elegante tablero de ajedrez. Manfred no está. Estamos a solas. No hay nada que hablar. Él sabe lo que siento, pues no hace más de diez minutos que me ha pedido que me una a él, me siente sobre sus piernas y busque sus brazos. Sin embargo, no quiero doblegarme hoy. No deseo demostrar que hoy, como ayer, necesito que él escuche mis sollozos. Me haré la fuerte una vez más. Al menos lo intentaré un par de horas... Quizás no soy un monstruo, ni un demonio o una cruel arpía. Puede que siga siendo una mujer deseando ser tratada como una dama y no como un engendro. Él es el único que llegó a hacerlo. Tal vez por eso sigo a su lado, pues sigue mirándome con esos ojos compasivos y comprensivos.


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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt