Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

domingo, 7 de junio de 2015

La frágil línea de la locura

Como se dijo en "La voz de la tribu" cada sábado, ésta vez domingo, tendrán un texto de Daniel Molloy. Tanto informativo o que narre sus experiencias, recuerdos o como ve a otros vampiros. No se lo pierdan.

Lestat de Lioncourt 

La locura es un trastorno o perturbación patológicas de las facultades mentales. Es decir, es una enfermedad que puede aparecer en cualquier momento de la vida de un individuo. Los vampiros, seres inmortales como bien conocen todos ustedes, no somos menos propensos a ciertas enfermedades mentales. La depresión, la angustia mental, la perturbación debido a momentos de gran estrés o violencia es parte de nuestro lastre. La eternidad es larga y pesada para aquellos que tienen la desgracia de encontrarse solos, también para los que han visto demasiado.

Nací en un tiempo de desesperanza y tristeza. Cientos de jóvenes morían sin piedad a lo largo y ancho de éste mundo. Akasha había despertado. Debido a ello me sentí impactado, incapaz de hacer algo para solventar o sobrellevar el miedo que sentía. Quería ser inmortal para vivir por siempre, pero descubrí que era fácil morir siendo uno de ellos.

Cuando todo pasó me encerré en mí mismo. Intenté indagar sobre mis deseos o esperanzas. Decidí apartarme de Armand, soltándome de su mano y evitando así que se implicara conmigo en un lazo eterno, pues no quería saber de mi creador. Él me había dado la vida eterna, él me había dicho que era una pesada carga, y yo no quise escuchar. Forcé a Armand para que me convirtiera en su hijo. Yo, su amante mortal, había cruzado una delgada línea entre lo correcto y lo inmortal. Había precipitado sobre él una carga muy pesada. Por eso mismo me aparté, sin embargo Marius, el creador de Armand, decidió tomarme entre sus brazos y convertirse en mi guía.

Los primeros años en su compañía los recuerdo en permanente silencio. Él se sentaba frente a mí mostrándome las diferentes formas de contemplar el arte, sentirlo en el interior y expresarlo a viva voz con un pincel, ceras o lápices. Tras casi dos años decidí intentarlo. Él decía que era necesario que sacase de mí el dolor, pero yo jamás pinté un cuadro. Alguna vez me expresé mediante la fotografía, si bien la fotografía no era el medio correcto. Busqué una forma de liberarme y terminé creando maquetas de las ciudades que yo amé. Recordaba cada rincón, cada árbol, edificio o boca de metro. Sonreía imaginando mis pies por las viejas calzadas, el enjambre del tráfico y el zumbido de numerosas conversaciones. Dejé que mi alma viajase por el mundo sin moverme de aquella gigantesca sala y de esa mesa robusta de madera oscura.

Expresaba mis deseos, mis sueños, mis recuerdos y también llegué a mostrar mi fracaso, mis miedos y el tormento que contenía mi alma en las figuras retorcidas y quemadas de la maqueta de San Francisco durante el concierto de Lestat. Mostré las luces y las sombras de mi vida. Dejé que mis dedos, hábiles siempre para una máquina de escribir, se convirtieran en herramientas perfectas para mi alma.

Si Lestat canta, como suele hacer en su deportivo, es para alejar los miedos y el dolor. Si Marius se deja la piel en cada mural o lienzo es porque necesita alejar los fantasmas del ayer, del hoy y del posible futuro que nos espera. Todos estamos comunicados con el arte. No importa si es de forma contemplativa o simplemente lo creamos. Evadimos nuestro dolor como vosotros lo hacéis. El arte es la terapia para las almas heridas y para las solitarias.


Marius me salvó gracias a dejarme expresar el tormento que tengo todavía en mi alma. Sin embargo, me he mantenido fuerte porque él me ha hecho fuerte. Armand me dio la inmortalidad, pero Marius me ofreció el camino. Ahora camino con ambos y he decidido ser libre para expresarme como siempre lo hice. Un periodista jamás deja de serlo.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt