Como se dijo en "La voz de la tribu" cada sábado, ésta vez domingo, tendrán un texto de Daniel Molloy. Tanto informativo o que narre sus experiencias, recuerdos o como ve a otros vampiros. No se lo pierdan.
Lestat de Lioncourt
La locura es un trastorno o
perturbación patológicas de las facultades mentales. Es decir, es
una enfermedad que puede aparecer en cualquier momento de la vida de
un individuo. Los vampiros, seres inmortales como bien conocen todos
ustedes, no somos menos propensos a ciertas enfermedades mentales. La
depresión, la angustia mental, la perturbación debido a momentos de
gran estrés o violencia es parte de nuestro lastre. La eternidad es
larga y pesada para aquellos que tienen la desgracia de encontrarse
solos, también para los que han visto demasiado.
Nací en un tiempo de desesperanza y
tristeza. Cientos de jóvenes morían sin piedad a lo largo y ancho
de éste mundo. Akasha había despertado. Debido a ello me sentí
impactado, incapaz de hacer algo para solventar o sobrellevar el
miedo que sentía. Quería ser inmortal para vivir por siempre, pero
descubrí que era fácil morir siendo uno de ellos.
Cuando todo pasó me encerré en mí
mismo. Intenté indagar sobre mis deseos o esperanzas. Decidí
apartarme de Armand, soltándome de su mano y evitando así que se
implicara conmigo en un lazo eterno, pues no quería saber de mi
creador. Él me había dado la vida eterna, él me había dicho que
era una pesada carga, y yo no quise escuchar. Forcé a Armand para
que me convirtiera en su hijo. Yo, su amante mortal, había cruzado
una delgada línea entre lo correcto y lo inmortal. Había
precipitado sobre él una carga muy pesada. Por eso mismo me aparté,
sin embargo Marius, el creador de Armand, decidió tomarme entre sus
brazos y convertirse en mi guía.
Los primeros años en su compañía los
recuerdo en permanente silencio. Él se sentaba frente a mí
mostrándome las diferentes formas de contemplar el arte, sentirlo en
el interior y expresarlo a viva voz con un pincel, ceras o lápices.
Tras casi dos años decidí intentarlo. Él decía que era necesario
que sacase de mí el dolor, pero yo jamás pinté un cuadro. Alguna
vez me expresé mediante la fotografía, si bien la fotografía no
era el medio correcto. Busqué una forma de liberarme y terminé
creando maquetas de las ciudades que yo amé. Recordaba cada rincón,
cada árbol, edificio o boca de metro. Sonreía imaginando mis pies
por las viejas calzadas, el enjambre del tráfico y el zumbido de
numerosas conversaciones. Dejé que mi alma viajase por el mundo sin
moverme de aquella gigantesca sala y de esa mesa robusta de madera
oscura.
Expresaba mis deseos, mis sueños, mis
recuerdos y también llegué a mostrar mi fracaso, mis miedos y el
tormento que contenía mi alma en las figuras retorcidas y quemadas
de la maqueta de San Francisco durante el concierto de Lestat. Mostré
las luces y las sombras de mi vida. Dejé que mis dedos, hábiles
siempre para una máquina de escribir, se convirtieran en
herramientas perfectas para mi alma.
Si Lestat canta, como suele hacer en su
deportivo, es para alejar los miedos y el dolor. Si Marius se deja la
piel en cada mural o lienzo es porque necesita alejar los fantasmas
del ayer, del hoy y del posible futuro que nos espera. Todos estamos
comunicados con el arte. No importa si es de forma contemplativa o
simplemente lo creamos. Evadimos nuestro dolor como vosotros lo
hacéis. El arte es la terapia para las almas heridas y para las
solitarias.
Marius me salvó gracias a dejarme
expresar el tormento que tengo todavía en mi alma. Sin embargo, me
he mantenido fuerte porque él me ha hecho fuerte. Armand me dio la
inmortalidad, pero Marius me ofreció el camino. Ahora camino con
ambos y he decidido ser libre para expresarme como siempre lo hice.
Un periodista jamás deja de serlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario