Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

domingo, 21 de junio de 2015

Recuerdos y deseos

Mael debería ser traído a rastras hasta donde estamos. Que alguien lo encuentre... 

Lestat de Lioncourt


Todavía puedo escuchar el sonido de las aves, sentir los rayos de sol penetrando entre las hojas de los vetustos robles y percibir el aroma las hierbas medicinales perfumando mi zurrón. Caminaba por los senderos con unos simples bracaes de cuero y una sofisticada túnica de lino blanco junto a una saga verde, algo raída por engancharme con las ramas secas. Aún puedo oler la tierra húmeda del lago cercano, el espesor del hermoso bosque y el sabor de las bayas que paladeaba mientras tarareaba viejas canciones.

Siempre creí que la madre tierra me protegería y me acogería entre sus tiernos brazos. Sin embargo, la oscuridad se hizo presente en mi vida y el sol pasó a ser mi enemigo. Me convertí en bestia, en maldito, en un demonio y a la vez en un Dios que debía ser encerrado entre la corteza y el musgo. Pero huí. Me marché de allí. Por el camino dejé muchos errores, enemigos y amores. Por mi culpa condené a un hombre, un romano inquisitivo y orgulloso, que se convirtió en parte de mi maldición y condena. Jamás volví a ser feliz y libre, pues desde que lo condené a él la suerte se truncó para mí.

Sin embargo, aquí sentado frente al fuego puedo ver las heridas del sol en mi piel. Mis manos están llenas de grietas, mis dedos huesudos parecen las garras de una bestia, y mi cabello es ahora prácticamente blanco. Tengo los ojos llenos de lágrimas que no sé verter. Ella ha muerto. El mundo se ha vuelto terrible desde que supe que Maharet no estará de nuevo alzándose de su lugar de descanso, con su sabiduría y esperanza, llenando el mundo con secretos que ofrecía a cambio de unas horas de conversación. El mundo es más peligroso desde que Khayman dejó de ser un guerrero para convertirse en verdugo y luego, como no, en parte de un recuerdo.

Al menos sé que la unión es factible, pero aún recelo. No quiero aparecer con las terribles cicatrices de mi rostro. Quiero ocultarme en la oscuridad y estar seguro que mi aspecto no será un problema. No deseo que Jesse me compadezca y el resto me mire como a un idiota. Curaré mi dolor, dejaré que mis heridas se sanen, y volveré al redil. Sin embargo, aquí en el bosque soy libre. Libre y sabio.

Pero le echo de menos. Extraño al ser que me creó. En este libro, el cual yace en mis manos, con la encuadernación negra y las letras de sangre, tan hermosas como terribles, puedo saber de él. Comprendo parte de su dolor, su pasado y su futuro. Quiero pertenecer a su futuro. Pero el miedo a perder lo que tengo me ancla al musgo y la corteza, lugares que antes temía y ahora necesito.


Si escribo estas líneas, tan torcidas como sinceras, en un papel cualquiera es porque quiero recordar los pensamientos y los sentimientos que todavía albergo. No quiero perderme en medio del dolor, sino soportarlo. Deseo mantenerme en pie, como los viejos robles, y echar raíces. Me gustaría ser recordado como algo más que un idiota que decidió exponerse al sol por motivos equivocados, ser buscado y amado. Sí, amado... ¿Tal vez amado por él? No lo sé.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt