Arion nos habla de sus sentimientos y de como ve el mundo. Creo que tiene mucha razón. Somos esclavos de los bienes materiales.
Lestat de Lioncourt
La esclavitud es un problema que
todavía sufre el hombre. Podemos ver en muchos países las cadenas
de ésta sociedad corrupta y desigual. Hay quienes trabajan por un
poco de pan y agua, como si eso fuese suficiente para sobrevivir en
medio de un desierto de dolor y tragedia. Las fábricas de muchos
países están llenas de seres humanos que sólo son un número, como
si fuera ganado, que fabrica los productos que otros lucen como
auténticas piezas de caza. Se llenan la boca hablando de sus
costosas prendas de marca, así como rebajas en textiles y zapatos.
Los complementos que algunas lucen en sus manos, otros han llorado
sangre para acabarlo en una jornada demencial.
Pero no sólo existe ese tipo de
esclavitud. Contemplo a jóvenes que no pueden apartar la vista de
sus móviles, convirtiéndose en zombies que caminan por calle y
dicen que conversan animadamente con aquellos que están lejos. Sin
embargo, no son capaces de entablar una charla amena sin siquiera
sentirse culpables por no atender un mensaje. Hay también personas
que no saben vivir sin sus marcas. Humanos que se convierten en
ganado ante una televisión que convierte en deformes sus mentes, que
creen todo lo que escuchan gracias a los grandes medios de
manipulación y que las noticias de tragedia ya no son lo importante.
He visto el mundo cambiar, como también
han cambiado los métodos de esclavitud física y mental. Nos hemos
convertido en una sociedad déspota y sin conciencia. Aceptamos el
dolor de otros como algo habitual. No lloramos por el sufriento
ajeno, pero somos capaces de clamar al cielo cuando uno de nuestros
preciados bienes se estropean. Es la sociedad capitalista donde el
dinero está sobrevalorada y los sentimientos no valen nada.
Hace muchos siglos que dejé de tener
grilletes. Ya no me pesan en las muñecas. No conozco el látigo,
pero tampoco conozco el pensar como otros. Decidí que el trabajo me
haría honrado y me daría la libertad. Yo, el esclavo y amante de
mis amos. Yo, Arion. Yo, el orfebre que dio la libertad a otros y el
amor a un único ser. Petronia fue mi regalo, el regalo del destino y
la maldad. Ella era un trozo de carne, un mero número, un par de
monedas y un saco huesos cuando la tomé entre mis brazos y la llamé
amor.
Ella se vuelva en su trabajo porque
libera su mente del dolor reinante en éste mundo. No soporta
escuchar el llanto de otros. Es demasiado débil en ese sentido,
frágil inclusive. Sin embargo, yo sonrío porque ella es el ejemplo
perfecto de bondad. Hay quienes jamás creería eso por la imagen que
ofreció Tarquin como un símbolo déspota, pero fue ella quien lloró
prácticamente en sus brazos cuando reconoció su verdadero rostro.
La amo porque sabe valorar los sentimientos y también el trabajo
duro que otros realizan. Muestra un lado duro, muy similar al del
gladiador que fue, pero su lado tierno, ese que pocos hemos logrado
ver, es el que más amo.
Hoy he terminado bocetos de camafeos
que ella podrá realizar con las piezas que ella desee, con los
materiales que ella necesite, y con los colores que crea apropiados.
Son unos hermosos pendientes de Medusa. Sé que ella los amará.
Conozco bien sus gustos así como sus defectos, por eso la amo. Amo
cada partícula de su ser. Sin embargo, odio saber que muchos tendrán
una historia mucho más terrible que la nuestra. Nosotros dos
esclavos que lograron ser libres física y mentalmente.
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