Benjamín se ha convertido en una pieza fundamental de nuestra tribu. Es un buen compañero y creo que debería ser escuchado y no sólo permitirle escuchar.
Lestat de Lioncourt
A veces me siento impotente. Observo
todo desde la distancia e intento convencerme que es lo único que
puedo hacer. Frente al micrófono relato el sufrimiento que puedo
contemplar en los ojos de otros que me observan como si fuese su
única voz. Recuerdo los tiempos en los cuales tan sólo tenía que
cargar con mi sufrimiento, pero ahora es distinto. Quizás, sólo
quizás, es eso lo que me ha hecho cambiar. He madurado demasiado
rápido. Tal vez tan rápido que Armand aún no comprende que no
tiene ante él a un niño, ni un adolescente, sino a un hombre.
Acepto que aún poseo cierta inocencia. Una inocencia primaria, muy
básica, en la cual demuestro ilusión por cosas sencillas que pasan
desapercibidas para el común de los mortales, e incluso para mis
compañeros.
No hablaré de mis tristes orígenes,
tampoco de la miseria en la cual me vi envuelto. Soy una rata
callejera que terminó convirtiéndose en la voz de la calle, de los
muertos y de los que aún vivían con heridas tan profundas como las
mías. Me compadezco de otros porque a mí me gustaría que he
hubiesen compadecido, escuchado y ayudado. Tan sólo tiendo mi mano,
una línea de teléfono y un programa donde hacerse escuchar es
sencillo.
Recuerdo cuando me aproximé a Armand
decidido a convencerle sobre mi fantástico proyecto. Él me había
cedido parte de sus riquezas, también tenía el apoyo de nuestro
creador. Para mí Marius es mi amo. Yo fui creado desde la
esclavitud, igual que aquel hermoso Amadeo que una vez se deslindó
de sus alas y se convirtió en el niño mugriento que caminaba
descalzo por París. Aquella noche discutimos, pero no fue una
discusión brusca. Casi nunca discutimos de forma brusca. Nuestras
discusiones son pausadas, sosegadas a veces, pero terminan siendo
explosivas por los portazos y los golpes sobre la mesa. Sé que el me
ama y que teme que me exponga demasiado, pero no puedo quedarme
quieto sin hacer nada. No quiero ser un empresario brillante que
conduce un lujoso deportivo. Prefiero engañar a muchos haciéndoles
creer que todo es mentira en esa página donde los vampiros claman
por ser escuchados y por escuchar a otros.
Hoy ha escuchado el programa. Sé que
está inquieto. Pronto podrá de nuevo escuchar nuevas entrevistas
conjuntas con otros vampiros. Teme que su corazón se debilite y
quede de nuevo frágil. Cuando le conocí era la sombra de lo que
ahora es. Desconozco como ha podido vivir con tantas heridas y dolor,
también como puede aún hoy guardar cierto rencor. No le profeso
lástima, sino piedad. Me apiado de sus sueños rotos, de sus alas
maltrechas, de sus sentimientos confusos y de su necesidad de ser
amado. Yo le amo. Creo que incluso he llegado a amarlo más que
Marius. Para mí es un pilar fundamental en mi vida, pero también
soy consciente que somos muy distintos. Sin embargo, amo bailar a su
lado, dejándome llevar por cualquier tipo de música y besar sus
labios con sincera devoción. Doy gracias que me permitiera ser lo
que soy. Me ha permitido ser el bálsamo para muchas heridas.
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