Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

sábado, 4 de julio de 2015

Recuerdos de aquella noche

Yo estaba fuera cuando la reunión comenzó. Luchaba contra Maharet, ¿recuerdan? Esto es parte de esa conversación. 


Lestat de Lioncourt


—Los sueños a veces se convierte en pesadillas y se confabulan en tu contra. Te condicionan. Te aíslan. Finalmente te matan. Debes saber elegir cuales son los idóneos, cuales los que debes alcanzar para llegar a la felicidad y finalmente, y aquellos que no debes tocar. Hay que ser realista—decía mirando la hoguera encendida. Las llamas lamían la piedra y la chimenea se tragaba el oscuro humo negro de la leña. Fuera llovía. El rostro de Arjun era iluminado fugazmente por las llamas dándole un aspecto siniestro, pero atractivo. Aquellos ojos oscuros y almendrados, su piel tostada y ese cabello negro, sedoso y largo cayendo sobre sus prendas blancas. Era hermoso, pero era un soñador arruinado por los siniestros deseos de Amel.

—Te confundes—dijo Flavius sentándose a su lado—. Los sueños no tienen la culpa de tu desgracia, ni de la desgracia de otros tantos—tomó sus manos entre las suyas y las apretó con cierta fuerza, haciéndole sentir que estaba allí y que no le temía—. Tú ya no eres un soldado, ni un príncipe, ni un ser convertido en dragón dormido entorno a sus viejos recuerdos y pertenencias. Eres un ser distinto a los demás, pero igual a todos. Formamos parte de una tribu. Los sueños son ahora conjuntos, son sueños bondadosos y los sueños individuales, los cuales he podido vislumbrar cuando contemplas a Pandora, no son los de un villano—soltó sus manos y se mantuvo firme mirando al frente. Los ojos de Flavius eran claros, de un verde intenso, y su cabello era castaño con reflejos dorados. Era hermoso, tan hermoso como Arjun.

Pandora se sentía satisfecha que ambos dialogaran. Los observaba desde el otro rincón de la sala. Marius derrochaba entusiasmo, ni siquiera la miraba, y ella guardaba un profundo silencio, muy respetable, al igual que Armand. La música ascendía y descendía como si fuera un relámpago en medio de la noche. El resto de inmortales conversaban de temas menos profundos. Tan sólo se ponían al día. Reían, bailaban, soñaban y olvidaban el trágico suceso que los había reunido. Armand simplemente aguardaba escuchando a ambos inmortales.

—He matado inocentes...—susurró a punto de llorar.

—Fue Amel. No fuiste tú—sonrió girando su rostro hacia él. Un rostro griego, hermoso y perfecto.


Ambos se miraron unos segundos y luego se echaron a reír. Amaban la poesía, la música y contaban con cierto talento en las artes escritas. Pandora los eligió por su nobleza, por la fuerza que emanaban y el amor hacia el arte. Ellos eran sus hijos, sus creaciones, y los amaba. No dejaría de amarlos jamás. Se sentía orgullosa y digna de estar a su lado, de ser amada de distinto modo por ambos. Flavius tenía un amor de hermanos, un amor para nada romántico, que la envolvía en sus fuertes brazos con un cariño inmensurable. Arjun era distinto, pues él la amaba como mujer y como compañera.   

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Lestat de Lioncourt