Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

jueves, 13 de agosto de 2015

Mi amado ángel

Pues creo que Marius se está arrepintiendo, aunque dudo mucho que Armand ceda ésta vez.

Lestat de Lioncourt


Eres una composición erótica casi irreal. Puedo contemplar tu estrecha espalda y tu delicada cintura recostada sobre el mar de seda rojo de mi cama. Contemplo tus cabellos de fuego rozando tus mejillas llenas, arrobadas, y tu boca generosa, tan trémula, que suspira mi nombre mientras tus ojos castaños, y enormes, me miran fijos con una súplica imposible de desoír. Te he pintado en mis sueños miles de veces, pero también en cada lienzo en blanco, como la espuma del mar, que se extiende frente a mí. El murmullo de las aguas estancadas, el zumbido de los insectos, el movimiento de las barcas y las conversaciones nocturnas se propagaban como una mecha. La luz era tenue y tú resplandecías como un ángel.

Recuerdo tus carnes tiernas, tu calidez y como me recibías con esos besos ardientes, tan complaciente y sumiso a todas mis ideas. Cuando llorabas parecías un querubín misericordioso. Tus labios murmuraban injustas quejas y yo te callaba con los besos más frívolos que conocía. Torturé tu alma haciéndome desear y esperar, conquisté tus piernas con salvajes juegos y permití que mi látigo marcara tu espalda como si fueras un juguete. Era despreciable, pero así me amabas. Reconozco que me comporté como un estúpido, aunque no parecías tener quejas algunas. Me amabas. Era un amor tóxico y lleno de lujuria. Caprichoso muchacho, erótico ser, con un alma atormentada como la mía y con un deseo insaciable de ser amado. Y te amé. Juro que te amé. Cuando pintaba tu cuerpo lo acariciaba con el pincel, murmuraba poseías mientras dejaba que mi lengua rozara tu sexo y permitía que tú me tomaras del rostro escuchando de mis labios las palabras que tanto esperabas.


Amadeo, el mundo que conocimos se ha destruido. No quedan siquiera cenizas o lágrimas en el lugar donde yacimos. Todo lo que tuvimos ha desaparecido, ¿pero también lo inmaterial? Ya no existe ese cuarto, ni las numerosas pinturas, tampoco el olor a óleo, las caricias crueles, el tortuoso látigo y mis fríos ojos contemplándote como a una presa, pues eres un igual con un instinto animal similar al mío. Pero, ¿ya no existe nada entre los dos? Sigo amándote, pero es un castigo terrible ver que no eres el mismo. Muestras un lado perverso que no sé cómo controlar y eso me aterra. Ya no eres inocente. La edad de la inocencia se nos fue entre los dedos.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt