Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

miércoles, 30 de septiembre de 2015

Amistad en Kemet

Khayman y Enkil tenían un vínculo especial. Lástima que todo se destrozara.

Lestat de Lioncourt


Sentado fuera de la tienda, con sus enormes ojos negros enfocados en las estrellas, se preguntaba si su nombre perduraría tanto como esas luces, las cuales solía creer que eran los viejos reyes guiándonos, las almas de aquellos que amábamos y que ya no estaban para aconsejarnos. Él las contemplaba con deseo y codicia. Siempre deseó ser poderoso y tener al ejército bajo su mando. Fue un hombre tenaz y atento, pero también torpe en su forma de tratar al resto. Demasiado dócil, demasiado atento... Enkil se endureció cuando la conoció a ella, absolutamente manipulado por sus consejos poco prácticos, convirtiéndolo en una sombra ruin y amenazante.

Tomé asiento a su lado en silencio. Tenía un vaso de cerveza entre mis manos, observaba las dunas amontonándose frente a notros, y las estrellas que turbaban su mente soñadora. Quise hablar, pero no logré decir nada. Tan sólo suspiré y eché hacia atrás mi larga cabellera negra. Esperé que él me diese alguna indicación, pero sólo colocó su mano derecha sobre mi muslo izquierdo, apretándolo ligeramente, sin dejar de mirar al frente. Noté su inquietud y su necesidad.

De un trago acabé mi bebida y dejé el vaso cerca de mis sandalias, después giré mi rostro hacia él y él hizo el mismo gesto hacia mí. Nos miramos. Sus ojos estaban inquietos y parecía fatigado. Teníamos que hallar a las brujas y llevarlas frente a su esposa, la cual era quien gobernaba realmente. Noté como me suplicaba ayuda y lo único que le ofrecí, como un fugaz consuelo, fue un beso largo y entregado.


Callé sus lágrimas en un beso y un abrazo, como si eso fuese suficiente. Sin embargo, él terminó ocultándose en mi pecho llorando amargamente el haber cambiado las leyes funerarias, pues incluso él veía un pecado terrible momificar y conservar los restos de los nuestros. Aún así, por eso mismo hemos pasado a la historia. Una historia tan extensa como las raíces de la semilla que poco después plantaría, en el vientre de una de las brujas pelirrojas.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt