Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

lunes, 21 de septiembre de 2015

Amistad

Flavius y Arjun, así como Pandora, se han hecho amigos. Un trío extraño que es posible ver caminando juntos, conversando. Me alegra que ellos pudieran reunirse y conocerse mejor que nunca.

Lestat de Lioncourt


—No te veo tan temible.

Aquellas palabras sacaron a Arjun un alegre risotada. Hacía tiempo que aquel inmortal de origen hindú, como noble, no reía de forma tan libre. La pena le había ahogado, la soledad le había enterrado y el dolor se había hecho su compañía más fiel. Sin embargo, allí reunido con tantos rostros nuevos como conocidos, se sintió vivo y olvidó por unos instantes la pesadilla.

El fuego quemando a cientos de jóvenes, las ascuas consumiendo todo, el olor a sangre y el humo ascendiendo hacia el cielo nocturno, el cual se tiñó de luto mucho antes que él apareciera. Los había hallado de improvisto, con su mente turbada, matándolos a todos sin oportunidad alguna. Ese recuerdo permanecía en su mente y se repetía, a punto de volverlo loco, pero el conocer a otros y el ser perdonado por Pandora, a la cual jamás dejó de amar, le hizo sentirse nuevamente libre y confiado.

—Gracias, supongo que puedo tomarlo como un halago—comentó acomodándose en aquel hermoso diván cercano a la chimenea.

Vestía un dhoti blanco, así como una kurta del mismo color, con unos bordados dorados muy llamativos. Su largo cabello negro, que no había sido cortado ni domado aquella noche, caía sobre sus hombros dándole un aspecto cuasi salvaje aunque majestuoso. Sus profundos ojos negros se clavaban en los claros, soñadores y bondadosos de Flavius. El antiguo esclavo griego parecía más vivo que nunca, sobre todo gracias a su nueva pierna que aún parecía cobrar vida propia. Flavius vestía ropas más europeas, pero igualmente cómodas. Sólo llevaba un pantalón tejano y un suéter de cuello alto, cosa que provocaba que Arjun lo observara imaginándolo con las viejas prendas típicas de la Roma o Grecia antigua.

—Sí, así es—explicó—. No comprendo porqué Pandora te temía.

—No creo que fuese a mí, sino a mis sentimientos.

Arjun no tomó aquel comentario como una insolencia, sino como un comentario lleno de inocencia. No había suspicacia en él, ni maldad y menos crueldad. En Flavius veía un igual. Pandora había dado la oportunidad a un buen hombre y él lo estaba empezando a amar, aunque no podía decírselo. Era un amor de hermandad, así como algo cómplice, pues la humildad y bondad de Flavius le hacía sentirse cómodo.

—Miedo al amor—comentó Flavius.

—Quizás a enfrentarse a un amor distinto al de Marius—dijo recostándose mejor en aquella pieza.

—Un amor para nada egoísta—apuntilló el griego.

—No, simplemente un amor distinto—susurró Arjun.

—Me alegra que alguien la ame tan profundamente—una sonrisa dulce apareció en el rostro de Flavius, dándole un aspecto muy soñador.

—A mí me alegra muchísimo conocerte a ti—dijo incorporándose, para tomar asiento al lado de Flavius, en el otro extremo del diván donde se encontraba su acompañante. Ambos había elegido esos muebles cómodos, elegantes y en un rincón apacible de la sala. La música sonaba de fondo, pero como si fueran las olas de un mar casi en calma—. He oído hablar en numerosas ocasiones sobre tus grandes virtudes, tu pasión por la literatura y tu gran fidelidad.

—Siempre seré fiel a Pandora, pues ella es mi creadora y una de mis mejores amigas—aseguró—. Creo que no he conocido mujer que la iguale.

—Puedo decir lo mismo—respondió.

—¿Qué harás ahora?—preguntó Flavius con ciertas inquietudes, pues él se hallaba nervioso con respecto al futuro.

—Viajar con ella, si así lo desea. ¿Y tú?

—Temo elegir—murmuró el griego—. No quiero elegir. Deseo estar con los inmortales que tanto aprecio, pues son como mi familia, pero no deseo perder el contacto con ella.

—Siempre puedes escribir cartas llenas de cariño sincero y buscarme a mí, para que podamos vernos los tres. Será un placer poder conversar contigo en cualquier momento y circunstancia, pues incluso en éstas, que no son las más propicias, me siento infinitamente agradecido y feliz por conocerte.

Aquella invitación, tan simple como atractiva, fue aceptada por Flavius. Meses más tarde de aquel encuentro, cuando Arjun esperaba distraerse con un nuevo libro de poesía en una abarrotada librería, escuchó la voz de Flavius llamándolos. Pedía una cita. Quería ver a su vieja amiga y a su nuevo amigo. Ella estaba inmersa en sus compras habituales, pues desde la visita de David escribía todas las noches aunque fuesen frases breves. Arjun la rodeó por la espalda, despejó su cuello dejando el cabello hacia el lado izquierdo y susurró en su oído las buenas noticias.

Noches más tarde paseaban los tres por Londres, como si fueran un mismo ser. Conversaban sobre el mundo, la interrupción de la tecnología, los nuevos avances en la ciencia, la cultura que muchos despreciaban y los clásicos de la poesía que enamoraban todavía a sus palpitantes corazones.


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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt