Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

martes, 22 de septiembre de 2015

Amor a primera vista

Ahora comprendo porqué estos dos terminaron juntos... En fin... mi hija adoptiva y mi hijo, ¿se puede considerar incesto?

Lestat de Lioncourt


Llegó a mí tullida, como un jardín arrasado por un salvaje, completamente ciega y con terribles cicatrices. Apareció como si fuese un sueño. Era hermosa, pero frágil. Habían destrozado su vida, arruinado su futuro y convertido su historia en un borrón en mitad de un libro demasiado extenso. Él cretino que había convertido en un infierno sus pasos por éste mundo, tan hermoso como salvaje, estaba muerto. Sin embargo, su muerte no me reconfortó ni me provocó placer alguno. Tan sólo me hizo despreciarlo aún más.

Siempre he sido un hombre impulsivo. Según mi madre tengo a quién parecerme. Soy de ese tipo de chicos poco reflexivos, aunque intento pulirme y comprender el mundo que me rodea. Mi curiosidad no posee límites, pero eso también me hace ser impulsivo y temerario. He vivido a la sombra de miles de recuerdos, libros, música tocada por un diablo en su mejor momento y la fascinación de una figura de leyenda. Sin embargo, frente a mí tenía a alguien que reconocería mis rasgos y me hablaría de él de forma íntima. No pude contenerme y fui a verla. Ella, la rosa más hermosa del Jardín Salvaje, estaba recuperándose como si fuese un ángel que intentaba volver al cielo.

Me senté junto a ella, tomé su mano entre las mías y jugué con sus finos dedos. Algo en mí me pedía quedarme a su lado. Creo que comprendí las miles de novelas románticas que abarrotan algunas repisas de la extensa biblioteca de mi vivienda. Aprendí a amar casi sin conocer, simplemente porque ella tenía un aura distinta a los demás. No era un vampiro. Estaba tibia y olía a vida. Era muy distinta a mi madre, aunque una vez fue como ella. Todos a mi alrededor poseían colmillos, pero ella era una mujer simple con miles de sueños muy similares a los míos, tan comunes como especiales.

El día que despertó algo comenzó. Ella y yo nos conocimos sin la intimidad de un café, aunque sí con la pulcritud de un hospital. Nos sentamos frente a frente. Por supuesto, me habló de él, de mi padre, y comprendí que realmente era algo excepcional. Acepté el hecho de ser su hijo y de parecerme demasiado a él. Nunca se lo había confesado a nadie, pero en parte se convirtió en mi héroe. Hay niños que tienen a Superman, pues yo tengo a Lestat de Lioncourt. Es irónico, ¿verdad? Un padre ausente que siempre ha estado ahí, aunque él lo desconociera.


Recuerdo su cuerpo desnudo bajo el mío, sus besos dulces, sus caricias indecentes y mis salvajes movimientos. Nos amamos como nunca lo habíamos hecho, del mismo modo que nos dejamos llevar por la necesidad de ser amados. El flechazo se convirtió en amor y el amor en un vínculo que perdurará para siempre.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt