Lestat de Lioncourt
Estaba allí de pie. Vestía un traje
impecable hecho a medida que le sentaba como un guante. Aquel vampiro
poseía algo más que elegancia. Tenía una belleza exquisita y unos
modales perfectos. Se movía por la sala como un ejecutivo en una
atestada sala de reuniones. Caminaba con seguridad y sus ojos eran
profundos, de mirada sosegada e inquietantes. Jamás me había
sentido tan intimidado por un igual. Supe que él era Gregory sin
necesidad de presentaciones.
Me acerqué a él extendiendo mi brazo
derecho, ofreciéndole mi mano. Benjamín había hecho que pasara,
dándole la bienvenida a nuestro hogar. Él parecía maravillado
conmigo, la habitación y la música de Sybelle. El tacto de su mano
fue irresistible, así como el perfume masculino que lo envolvía.
Cualquiera se hubiese enamorado de aquel hombre que parecía un
humano más, con su piel tostada que realzaban hermosos rasgos
árabes.
—Estoy aquí porque me necesitáis.
Ha ocurrido grandes tragedias y he decidido ofrecer mi ayuda—explicó
mientras su comitiva, de diversos vampiros milenarios, entraban en la
sala tras él.
—Es un placer. Como dije en nuestra
conversación, aunque no tuve la oportunidad de hablar durante mucho
tiempo, mi casa es su casa y son bienvenidos todos—sonreí
maravillado.
Gregory fue amante de la reina. Muchos
hubiesen temido su aparición, pues era un rival perfecto para
Khayman. Sin embargo, hacía tiempo que las disputas entre ambos
había muerto. Él fue libre del amor de Akasha, del poder que caía
sobre sus hombros y del ejército que aullaba consignas creyendo que
él lo hacía todo por honor, aunque realmente lo hacía por temor a
ser destruido. Desde ese momento sentí que deseaba conocer todo de
él, que podía abrirme a sus consejos y eso hice.
Ahora aguardo fuera de su oficina,
sentado en la sala de espera de uno de los edificios más
maravillosos de Suiza, esperando que me atienda. Ya ha caído la
noche. Él podría aparecer en cualquier momento. Su secretaria me ha
anunciado hace más de unos minutos. Quiero saber de él, necesito
hablar con Gregory. Sus consejos sirvieron para que mi corazón de
piedra volviese a latir. He aprendido amar aceptando que puede ser
complicado y terrible, pero necesario.
No hay comentarios:
Publicar un comentario