Seth es de esos hombres firmes en lo que piensa y siente. Lamento muchísimo que Akasha no le escuchara, pero me alegro que lo convirtiera en lo que es.
Lestat de Lioncourt
—La primera vez que te sostuve entre
mis brazos me juré que tendrías tanto poder como el sol, la lluvia
y las estrellas. Guiarías nuestro pueblo convirtiéndote en una
leyenda viva—dijo caminando por su habitación.
La contemplaba desde la distancia,
agarrado por dos de sus imponentes guardias, mientras intentaba
defenderme. Quería huir. No necesitaba grandeza mayor que salvar a
cientos gracias a mis ungüentos, conocimientos en cirugía y
nutrición. Deseaba ayudar incluso a los desarrapados, no convertirme
en un tirano sediento de poder.
—Eras un niño tan pequeño, apenas
levantabas un palmo del suelo, cuando tuve que decirte adiós—explicó
girándose para mirarme directamente a los ojos. Intentaba conmoverme
con su historia, pero no estaba decidido a aceptar que ella guiara mi
vida. Yo era un hombre adulto, aunque aún era joven, y merecía
equivocarme por mí mismo—. Eres mi orgullo, hijo.
—Si tan orgullosa estás, madre,
déjame marchar. Permite que cure enfermos y salve vidas—expliqué
entre lágrimas.
—Te falta ambición—murmuró tras
un largo suspiro.
—Y a ti corazón...
Ella abrió sus ojos impactada por mis
palabras, apretó los puños y se dejó caer en el diván cercano.
Pude notar que se conmocionó. Quizás herí sus sentimientos, pero
ella hería los míos. Estábamos matándonos uno al otro.
Ahora, cada vez que contemplo a Fareed,
me pregunto si yo he hecho lo mismo con él. He inculcado mi deseo
sobre sus hombros, presionándolo para ejercer junto a mí mis
caprichos. Sin embargo, todos mis miedos se despejan cuando escucho
sus carcajadas de alegría al descubrir un nuevo método para
colaborar con la sanidad humana, el desarrollo de fármacos en las
empresas del grupo farmacológico de Gregory o demuestra su interés
en las charlas sobre enfermedades raras e incurables en la
actualidad.
Hice bien en huir del lado de mi madre.
No deseaba quedar perjudicado por su ambición. Estaba ciega y
erraba. Sin embargo, en algún punto de mi corazón, o de mi alma,
agradezco profundamente el haberme convertido en lo que soy. De no
ser por ella no habríamos salvado a cientos de humanos, decenas de
vampiros y mejorado el futuro para ambas especies. Si bien... siento
que algo me impide amarla como a cualquier madre y eso me hace
sufrir. He perdonado sus errores, pero quizás no estoy aún
dispuesto a admitir que tenía parte de razón. Vivir eternamente es
un regalo maravilloso, aunque difícil de aceptar y digerir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario