Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

martes, 22 de diciembre de 2015

Diario de una verdad

He logrado tomar unas páginas del diario de Louis, con su beneplácito, y os lo muestro. Realmente... tiene algo de razón.

Lestat de Lioncourt



18 de Septiembre de 2013

He escuchado su corazón ésta noche, como todas las demás, así como he podido aspirar su fragancia cerca del alfeizar de una de las ventanas del salón donde Sybelle suele tocar para mí, Armand y Benjamín. Ha venido de nuevo, quizás buscando un milagro. Me pregunto porqué no llama al timbre, o usa sus nudillos contra la puerta, porque no me importaría conversar de forma sosegada, intentando dejar atrás el dolor y ser conscientes de todo lo que nos une, sin embargo él parece que se contenta con observarme en silencio.

Tiene un corazón fuerte, con un latido único, que logra hacer temblar al mío. Admito que he suspirado con la idea de verlo frente a mí, abriendo sus brazos e invitándome a estar pegado a su pecho. Un milagro. Pero, no ocurrirá. Es demasiado terco y yo demasiado estúpido.

Ahora, en medio de la soledad cargada de silencio y recuerdos, me doy cuenta lo torpe que hemos sido. Deberíamos compartir nuestro tiempo de otro modo, más allá del rechazo y viejos miedos. Tendríamos que sentarnos, frente a frente, con el firme propósito de no discutir, de recordar lo bueno que hemos vivido y nos queda por vivir. Sin embargo, sufrimos. Sufrimos como siempre lo hemos hecho.

Tengo entre mis dedos uno de los tanto rosarios que me ha regalado. Es de cuentas de amatista negras, unido con eslabones finos de oro blanco y una cruz colocada sobre el centro de un diamante oscuro. Cuando me lo ofreció, guardado en un pequeño saco de gamuza verde botella, sentí un extraño escalofrío. Fue el día que nos separamos de nuevo. El último día que aguardamos juntos las últimas horas de la noche. Recuerdo esa noche entre silencios, dudas y miedos. Armand me esperaba aquí, donde viviría, y él se marcharía buscando el cobijo de sus propios pensamientos.

Creí que sólo sería unos días, quizás semanas o meses, pero ya son varios años. Más de una década nos separa y las visitas están aumentando, aunque no nos decimos nada. Él cree que no sé que ha venido, que ignoro todo lo que hace y deshace, pero es falso. Sufro cuando lo noto cerca y no me habla, busca o escucha. Ha pasado más de cien años, de heridas y trifulcas, y aún nos dejamos la piel del alma en cada mirada y palabra. Nos seguimos amando.


Soy consciente que jamás amaré a nadie más. Acepto que puedo querer, ofrecer consuelo y atentas palabras, pero mi corazón pertenece únicamente a Lestat.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt