Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

miércoles, 13 de enero de 2016

Siendo honrado

Julien eligió su camino, y era torcido, por eso no podía cambiarlo. Sin embargo, al parecer sí amaba a Richard. Hay muchas cartas similares... ¿tal vez buscaba su perdón o repetía las mismas palabras por si las olvidaba el jovencito?

Lestat de Lioncourt


Querido mío:

Sé que no soy, ni seré y tampoco pretendo serlo, el mejor amante. Tampoco me defino como el mejor hombre, ni es mi gran ambición en éste mundo. Deberías conocerme bien. Ya sabes como es mi juego, perverso y algo enrevesado, pero simple si comprendes lo podrida que están los tablones de mi alma. Me he convertido en un salvaje hedonista que comulga sólo con la virtud del vicio, lo obsceno, pornográfico y temible. La oscuridad se ha cernido siempre sobre mí, pero jamás he dejado de ver las luces del puerto donde me juego mi fortuna, mi salud y la poca decencia que aún me queda en los bolsillos.

Sin embargo, amor mío, ¿a quién pretendes engañar? No sabes ser cruel. Es imposible que tú, una muñequita empolvada desesperada por unas caricias, sepa devolverme cada una de mis impertinencias. Tienes carácter, inteligencia y destreza de sobra, pero eso no te valdrá conmigo. Al diablo no se le puede ganar jugando su mismo juego, aunque dudo que puedas lograrlo con otro distinto. Sabes bien, o deberías saber, que mi alma está comprometida con el purgatorio donde caeré de cabeza. Así que no insista, no te la voy a dar. No te voy a dar mis miserias ni bendiciones. Confórmate con las caricias a media luz, con los besos en callejones oscuros y el sexo rudo, casi demencial, entre las sábanas de mi vieja cama de hierro.

Sé que has intentado poner fronteras, pero éstas se han quedado en una pequeña cerca muy fácil de saltar. Lo has hecho en vano. Has malgastado energías y tiempo intentando darme mi propia medicina. Decidiste marcharte, con el sonido de tus tacones y el movimiento sensual de tus caderas, pero has regresado con el maquillaje corrido como ríos de tinta por tus mejillas. Te han hecho daño. Aún más daño que tus ilusiones en mi decencia.

Me conociste casado, con amantes por doquier y una fulana en mis piernas. ¿Acaso creías que iba a cambiar? Imposible. Soy imposible. Sin embargo, conociste a un hombre en ruinas, un ser que se dedicaba a obedecer al demonio que le susurra cada noche y al cual entrega su cuerpo. Sí, conociste a una marioneta de la corrupción, el libertinaje y los malos vicios. ¿Y no he cambiado lo suficiente ya? Al menos consuélate que te he dado mi corazón, lo único que no han podido retorcer y corromper hasta envenenarlo de coñac o whisky.

Tal vez no soy el ser más fiel de éste mundo. Quizás nunca sea siquiera fiel a ti por más de tres noches. Sin embargo, ¿no soy leal a mis sentimientos? Cuando te digo que te quiero es porque lo hago. Mi amor es absoluto. Te he entregado un pedazo grande del pastel, amor mío. Deberías estar sonriendo en éste instante, con la satisfacción de saberte codiciado y amado.


Richard, tú eres el único que logra que delire y busque más allá de tus disfraces de mujercita decente. Soy un hombre de gustos extraños, pero refinados. Nunca podría haber amado a cualquier imbécil. Sólo soy capaz de dejarme llevar por alguien culto y delicado, con un corazón romántico y desenfrenado. Deja de lamentarte y de intentar ponerte a mi altura. Tú no eres capaz de eso y lo sabes. No intentes ser un demonio porque acabarás sufriendo.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt