Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

miércoles, 6 de abril de 2016

Correos electrónicos

—¿Qué haces?—preguntó acercando una silla para sentarse a mi lado.

Apenas era un adolescente cuando fue conservado para siempre con ese rostro casi infantil. Sus pequeñas manos jamás dejaron de ser hábiles, pero ahora demostraban otra clase de habilidad más allá del hurto y los rápidos engaños en los cuales la mayoría caía sin percatarse. Bejamín era uno de esos vampiros jóvenes que habían logrado convertirse en un referente importante para el pasado, presente y futuro de la comunidad vampírica global. Comprendía bien cuál era sus funciones y lo pesado que podía ser un cargo tan importante como mantener conversaciones y comunicaciones fluidas entre las distintas generaciones.

—Investigo ciertos rastros...—dije intentando acceder sin éxito a mi correo electrónico—, pero creo que antes tendré que llamar a mi agente. He olvidado la clave otra vez—murmuré recostándome en mi sillón ejecutivo mientras él se reía bajo por mi torpeza—. ¿Acaso recuerdas mi clave?

—Yo mismo te hice el correo electrónico para que no ocurriera esto—comentó—. Además, si la olvido siempre está el recurso de colocar mi número telefónico y acceder a una clave nueva—dijo girando suavemente el ordenador portátil hacia él. La pantalla iluminó parcialmente su rostro oculto bajo el sombrero.

—Haces que todo suene fácil—musité arrugando la nariz— ¡Pero es complicado!

—No, sólo se te olvida su uso porque no practicas. Maharet era alguien con quien se podía conversar durante horas vía teléfono móvil, mails e incluso en redes sociales. Tenía un perfil falso como si fuese parte de sus descendientes y conectaba a todos los familiares vivos que existían en el mundo—decía aquello mientras tecleaba un par de números y letras tanto en mayúsculas como en minúsculas, para luego dejar que la clave se aceptara sólo con un pequeño movimiento de ratón y en un pestañeo estaba la bandeja abierta—. ¿Qué querías mirar?

—Mona tenía un correo electrónico—respondí—. Mi agente tenía apuntada la dirección tras buscarla por la red durante meses un detective privado. Rastreó todo lo que tenía en su ordenador gracias a un compañero suyo informático...

—Haker, ¿no?—preguntó tamborileando sus pequeños dedos por el borde de la mesa.

—No lo sé y no me importa. Sólo sé que pagué cien dólares por toda la información que me hicieron llegar—contesté mirando el enorme listado de correos sin leer. Llevaba meses sin abrir la cuenta porque no había tenido tiempo y porque tenía miedo a no tener una respuesta agradable.

—¿Encuentras el correo?—dijo viendo los más de mil sobres amarillos y cientos de páginas sin leer. La mayoría era “SPAM” o “correo basura” promocionando gafas de sol, complementos, seguros de vida, nuevos vehículos deportivos y productos de librería o perfumería—. Tomaré tu silencio como un no rotundo—volvió a hacerse con el ordenador acercándolo más hacia él para pulsar una pequeña lupa—. Dime la dirección.

Saqué del bolsillo derecho inferior de mi chaqueta un papel donde se podía leer con elegante y carismática caligrafía inclinada su dirección. Él la colocó en la lupa escribiendo en el hueco apropiado y esta rastreó las páginas sin leer hallando un sólo sobre. Sin preguntar lo abrió y luego me miró a mí.

—Dice que la dirección ya no existe o no es válida—contestó.

—Sacaron esta dirección de correos electrónicos a Quinn—dije rabioso.


—Puede que la eliminara o al quedar suspendida durante mucho tiempo, sin uso alguno, el correo ha podido quedar desactivado temporalmente hasta que ella lo reactive—tomó mi papel y examinó cada letra—. Sí, este servicio cambió hace algunos años, ¿sabes? Ya ni siquiera existe “hotmail” como tal. Es posible que lleve años sin usarse.

—¿Cuántos?—pregunté intranquilo.

—Puede que no lo use desde hace casi una década o un par de años. No lo sé. Son cosas que no se pueden saber salvo si eres el propietario legítimo de la cuenta—confesó incorporándose del asiento—. Lestat, creo que deberías asumir que es posible que no estén vivos. Nadie los ha visto en años.

—Estás siendo muy cruel con este viejo idiota... —susurré casi sin esperanza. Yo había apostado que encontraba a Mona ahora que todo estaba más calmado, pero al parecer fue imposible.

Jamás me había planteado la posibilidad de ver destruida una de mis obras después de lo ocurrido con Claudia. Tras Merrick extremé la seguridad entorno a mis creaciones, pero con mi madre era casi imposible aunque ella jamás haría tal cosa ni se pondría en peligro si no fuese por mi culpa, y creía que enviándolos con Maharet, Khayman, Mekare, Thorne, David y Jesse era lo correcto. Yo había jurado firmemente, sin titubeo alguno, que estaba haciendo lo que era mejor para ellos pero los envié posiblemente a la muerte.

—No es tu culpa si ellos han muerto—me dijo girándose hacia mí con una ligera sonrisa—. Hiciste bien en enviarlos a buscar más información, a descubrir el mundo por sí mismos, porque es algo que tú has hecho siempre y te ha fortalecido. ¿Cómo ibas a saber que Amel sufría y volvería locos a los vampiros más antiguos, pacíficos y sabios? Olvida eso, príncipe. Si están vivos aparecerán pronto y podrás abrazarlos. Si están muertos permanecerán en tu memoria por siempre... —se encogió de hombros y se marchó—. Por cierto, la clave es “LouisYouAreMyHeart1791” ¿Te suena la fecha, príncipe?

Claro que me sonaba la fecha. Era algo importante para mí como para Louis. Recordé que cuando la puse deduje que no olvidaría algo así. Me eché a reír como un idiota y luego miré toda la bandeja de entrada. Decidí entonces eliminar uno a uno cada correo hasta que llegué a uno sospechoso. Abrí el documento y leí la carta. Era un correo extraño que sólo decía: “No estoy muerto. Nos veremos cuando tenga una buena historia que contar. Hemos vivido momentos duros. Gracias por todo. T.B.”


Lestat de Lioncourt 

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Lestat de Lioncourt