Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

martes, 5 de abril de 2016

Tres no son multitud

Podemos saber, gracias a Manfred, como es Petronia en la intimidad. También podemos averiguar un poco de Arion.

Lestat de Lioncourt 




—Hacía tiempo que no venía por aquí—dijo mientras se agachaba a introducir la llave en la pequeña ranura de la cerradura, giraba suavemente su muñeca y provocaba que la persiana de metal se izara como una bandera de guerra. Hizo un ruido terrible para los finos oídos de un vampiro, pero para un humano era ligeramente soportable. Después buscó en aquel enorme llavero otra llave dorada, larga y muy dentellada, que abrió la puerta pesada de madera con hermosas vidrieras de colores y luego, con mucha rapidez, desactivó la alarma—. Ha sido toda una sorpresa—añadió encendiendo las luces—. ¿Comprará varias prendas o sólo alguna en especial? ¿Ya vio las hermosas americanas de primavera de nuestro catálogo online? Nos estamos modernizando.

—Trátame de tú—su voz sonó áspera y firme aún en el rellano de aquella puerta.

Al entrar observó las nuevas prendas colocadas cada una en un maniquí sin rostro, pero que rellenaban a la perfección tallas similares a las suyas. La moda cada vez admitía más a los hombres poco corpulentos, muy delgados, y también otros no tan altos o ligeramente obesos. Pero todavía se veían hermosos trajes que sólo un hombre de hombros amplios, como era el caso de Arion, podían llevar y sentirlos como un guante.

—Lo siento, la costumbre—comentó acercándose a la vitrina de los lujosos gemelos—. ¿Deseas ver algunos de nuestros bonitos gemelos?—dijo señalando la estantería.

—Sabes que fabrico mis propios gemelos y son contadas las ocasiones en las cuales compro alguno—dijo paseando sus ojos oscuros por toda la tienda.

—Petri, ¿de verdad crees que necesitas nuevos trajes? Algunos todavía no te los pusiste...—murmuré tras su pequeña espalda.

—Manfred, te he traído como acompañante porque las compras siempre son aburridas, tediosas e insípidas. Si vas a estar quejándote, como estás a punto de hacer, mejor lárgate a corretear jovencitas por las plazas más pobladas de la ciudad. Ve, corre. Seguro que aún hay algún café abierto y muchachitas a las que reírles las gracias cual viejo verde—aquellas palabras fueron certeras y dolorosas, pero no me acobardé.

—No, mejor me quedo—dije.

El comerciante jamás supo la edad real de Petronia. Llevaba vendiéndole trajes desde hacía veinte años y empezaba a sospechar que no era un ser común. Sin embargo lo que sí creía, casi a pies juntillas, es que era un hombre y trataba con un igual. En su mente pensaba que yo era su rico amante que solía acompañarle para pagar todos sus lujos, aunque siempre me echaba en cara mis líos de faldas. En realidad ella siempre me ha atado en corto esperando que no cayera más en brazos de estafadoras como Rebeca. Aunque decir que Petronia es un “ella” es muy aventurado.

—Mira, Manfred, ¿qué te parece?—dijo tras un buen rato observando camisas por su cuenta—. Este gris es muy elegante y he leído en las revistas que se lleva bastante.

—Eres muy pálido—murmuré—. Te sentaría mejor un tono chocolate.

—Son tonos de invierno los oscuros, los más claros son para primavera y verano—aseguró el comerciante—. Tengo una hermosa camisa blanca con rayas finas de color azul azafata con un chaleco de lana del mismo tono a juego con sus pantalones y una americana exclusiva de esta tienda. Los chalecos han vuelto a llevarse y estarán en tendencia algunos años. Es un complemento que estiliza, es elegante y en ti queda muy bien. Recuerdo que te has llevado unos cuantos hace unos años—decía deleitándose con su cuerpo e imaginándose a Petronia sin nada de ropa.

—Siempre acabo llevando colores oscuros—murmuró—. Asumiré el riesgo de llevarme algo oscuro otra vez, pero también quiero algo más... ¿llamativo?—vigilaba todas las prendas sin dejarse convencer con un simple vistazo.

—Los estampados se siguen llevando, igual que el color blanco porque da un tono de atención a chaquetas más oscuras, también tenemos camisas celestes, de mil rayas y desiguales. Sí, desiguales—dijo acercándose a uno de los maniquíes—. Tiene un tono verde más oscuro y otro más suave. El lado derecho es el oscuro y el claro es el izquierdo. Los botones son de nácar muy bonitos, pequeño y poco llamativos.

En ese momento entró en la tienda Arion. Él no solía asomarse por las tiendas cuando nos encontrábamos llenando su armario. Siempre había decidido ser fiel a un estilo y adquiría sus prendas dándoles indicaciones a varios de sus empleados. El empresario se movió rápido para impedirle que entrara.

—Lo siento, sólo se ha abierto para un cliente especial—comentó.

Arion no era estúpido. Si esa tienda se habría para Petronia era porque aquel hombre llevaba deseando saltar sobre él desde hacía décadas, por eso se movió rápido y se colocó al lado de su creación besando dulcemente su cuello.

—Lamento no haber venido en otras ocasiones, ¿puedo elegir contigo?—preguntó estrechándolo por las caderas.

—Celoso...—murmuró bajo mirando las baldosas de la tienda—. No te preocupes, Héctor, es mi marido.

—Suena bien eso de marido—dijo Arion de forma imperceptible para el oído humano.


Creo que fue la última vez que fuimos a “Cortes y confecciones Héctor Lariza”. Aquel pobre iluso no volvió a abrir tan tarde su tienda para Petronia. Sin embargo dudo que Arion se lamente por ello. No obstante creo que Petronia jamás perdonará haber perdido tan buena boutique. Esto es algo que he confirmado esta noche nada más incorporarme. Llevaban dos horas discutiendo. Ella ha roto el tablero de ajedrez y él ha destrozado uno de sus vestidos de noche, después como si nada se han arrancado la ropa y han comenzado a besarse rodeados de todo el desastre que ellos mismos han realizado. A veces me pregunto si Petronia realmente es la única fiera o si en esta casa conviven un par de leones intentando marcar su territorio.

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt