Una hoja que hemos encontrado entre las ruinas de la biblioteca de Maharet. Espero que os guste y que os haga recordar el final del penúltimo libro en el que yo tuve importancia, como también la tuvo dos jóvenes vampiros que hoy están desaparecidos.
Lestat de Lioncourt
—¿Cuántos siglos tienes?—preguntó
Mona quedando a su altura.
Era un hombre extraño de piel similar
al mármol. Sus cabellos oscuros endurecían aún más las facciones
delicadas de su rostro. Posiblemente fue creado cuando contaba con
algo más de veinte años. Llevaba un suéter negro de cuello de
cisne y un gabán negro que llegaba hasta algo más de las rodillas.
Sus botas estaban manchadas de barro y tenía algún hierbajo pegado,
igual que el borde de los tejanos desgastados y oscuros. Parecía un
hombre bondadoso porque sonreía a cada paso que daba, aunque las
apariencias siempre engañan.
—Hablemos mejor de milenios—dijo
echándose a reír.
—Mona, Khayman es el vampiro más
antiguo que existe—contesté—. He leído todos los libros de
Lestat y sé que eres un guerrero poderoso, pero también alguien que
busca la paz continuamente. Me parece increíble la forma en la cual
te sublevaste buscando la verdad y haciendo caso a tu
corazón—expliqué con las manos en mis pantalones mientras
caminábamos por aquella jungla.
—Pues dime cuántos milenios. Tengo
curiosidad y quiero saber todo lo posible sobre lo que somos—comentó
agarrándose a su brazo—. Lestat ha hablado maravillas sobre
Maharet y dice que ella nos puede ayudar, ¿es cierto?
—Maharet es mi compañera, mi amiga,
mi hermana, mi amante y la mujer más bondadosa que conozco. No he
tenido la suerte de cruzarme a otra como ella aunque su hermana
también era fuerte y bondadosa, pero ahora parece no estar en este
mundo aunque siempre la acompaña—sus ojos se entristecieron igual
que sus labios y pude comprobar que se sentía culpable—. Quizá
podáis hablar con David Talbot y mi descendiente Jesse... ¡A veces
vienen! Es fabuloso tener visitas. Thorne estará encantado de hablar
con vosotros. Es un buen hombre, ¿sabéis? Fue un guerrero vikingo
que...
Entonces se detuvo apartando a Mona de
su brazo y a mí de su lado. Se adentró en silencio por la densa
jungla perdiéndose de nuestra vista en cuestión de segundos.
Entonces apareció como de la nada, del mismo modo que se había
marchado, con una mujer de ojos azules colgada de su brazo. Tenía su
hermoso cabello pelirrojo cubierto de hojarasca, la piel sumamente
blanca y una boca rosácea muy carnosa.
—Mekare, Mekare... no debes
escaparte—decía pasando su brazo entorno a sus hombros—. Mekare,
escúchame. Por favor, Mekare—ella estaba absorta con algunas
luciérnagas e insectos que se movían a nuestro alrededor.
Sentí miedo. Ella era la “Reina”
de todos los vampiros, quien supuestamente debía dirigirnos, y
estaba en otro mundo. Khayman no había mentido y Lestat no nos había
confirmado lo que sospeché tras leer una y otra vez “La Reina de
los Condenados”. ¿Así quedábamos tras cinco o seis milenios?
Porque en ese momento no recordaba con exactitud la fecha de inicio
de esta bendición terrible y preciada a la vez.
Quise volver a casa igual que Dorothy
pero el suelo no tenía baldosas amarillas para seguir, el
Espantapájaros y el Hombre de Hojalata parecían querer perdernos
aún más por aquella jungla hasta llegar a casa de la bruja... la
cual no era otra que una mujer rodeada de libros, recuerdos y
tristeza. Sabía que allí comprendería bien lo que éramos, pero
hasta ese momento no supe el precio al pecado del conocimiento.
Entendí por qué Lestat no quería aprender a su lado pues era ver
la miseria de una venganza cruel, el dolor que había causado en una
familia y la verdad más amarga sobre lo que éramos y seríamos.
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