Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

martes, 3 de mayo de 2016

El precio del saber

Una hoja que hemos encontrado entre las ruinas de la biblioteca de Maharet. Espero que os guste y que os haga recordar el final del penúltimo libro en el que yo tuve importancia, como también la tuvo dos jóvenes vampiros que hoy están desaparecidos.

Lestat de Lioncourt


—¿Cuántos siglos tienes?—preguntó Mona quedando a su altura.

Era un hombre extraño de piel similar al mármol. Sus cabellos oscuros endurecían aún más las facciones delicadas de su rostro. Posiblemente fue creado cuando contaba con algo más de veinte años. Llevaba un suéter negro de cuello de cisne y un gabán negro que llegaba hasta algo más de las rodillas. Sus botas estaban manchadas de barro y tenía algún hierbajo pegado, igual que el borde de los tejanos desgastados y oscuros. Parecía un hombre bondadoso porque sonreía a cada paso que daba, aunque las apariencias siempre engañan.

—Hablemos mejor de milenios—dijo echándose a reír.

—Mona, Khayman es el vampiro más antiguo que existe—contesté—. He leído todos los libros de Lestat y sé que eres un guerrero poderoso, pero también alguien que busca la paz continuamente. Me parece increíble la forma en la cual te sublevaste buscando la verdad y haciendo caso a tu corazón—expliqué con las manos en mis pantalones mientras caminábamos por aquella jungla.

—Pues dime cuántos milenios. Tengo curiosidad y quiero saber todo lo posible sobre lo que somos—comentó agarrándose a su brazo—. Lestat ha hablado maravillas sobre Maharet y dice que ella nos puede ayudar, ¿es cierto?

—Maharet es mi compañera, mi amiga, mi hermana, mi amante y la mujer más bondadosa que conozco. No he tenido la suerte de cruzarme a otra como ella aunque su hermana también era fuerte y bondadosa, pero ahora parece no estar en este mundo aunque siempre la acompaña—sus ojos se entristecieron igual que sus labios y pude comprobar que se sentía culpable—. Quizá podáis hablar con David Talbot y mi descendiente Jesse... ¡A veces vienen! Es fabuloso tener visitas. Thorne estará encantado de hablar con vosotros. Es un buen hombre, ¿sabéis? Fue un guerrero vikingo que...

Entonces se detuvo apartando a Mona de su brazo y a mí de su lado. Se adentró en silencio por la densa jungla perdiéndose de nuestra vista en cuestión de segundos. Entonces apareció como de la nada, del mismo modo que se había marchado, con una mujer de ojos azules colgada de su brazo. Tenía su hermoso cabello pelirrojo cubierto de hojarasca, la piel sumamente blanca y una boca rosácea muy carnosa.

—Mekare, Mekare... no debes escaparte—decía pasando su brazo entorno a sus hombros—. Mekare, escúchame. Por favor, Mekare—ella estaba absorta con algunas luciérnagas e insectos que se movían a nuestro alrededor.

Sentí miedo. Ella era la “Reina” de todos los vampiros, quien supuestamente debía dirigirnos, y estaba en otro mundo. Khayman no había mentido y Lestat no nos había confirmado lo que sospeché tras leer una y otra vez “La Reina de los Condenados”. ¿Así quedábamos tras cinco o seis milenios? Porque en ese momento no recordaba con exactitud la fecha de inicio de esta bendición terrible y preciada a la vez.


Quise volver a casa igual que Dorothy pero el suelo no tenía baldosas amarillas para seguir, el Espantapájaros y el Hombre de Hojalata parecían querer perdernos aún más por aquella jungla hasta llegar a casa de la bruja... la cual no era otra que una mujer rodeada de libros, recuerdos y tristeza. Sabía que allí comprendería bien lo que éramos, pero hasta ese momento no supe el precio al pecado del conocimiento. Entendí por qué Lestat no quería aprender a su lado pues era ver la miseria de una venganza cruel, el dolor que había causado en una familia y la verdad más amarga sobre lo que éramos y seríamos.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt