Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

lunes, 8 de agosto de 2016

Territorio

Aquí tenemos pelea de "Macho de lomo plateado, pelo en el pecho y milenios a la espalda" con Landen siempre metiendo un poco el dedo en el ojo.

Lestat de Lioncourt



—Me pregunto qué demonios hacías bailando con mi mujer—dijo entrando en la biblioteca donde me encontraba recluido.

Landen seguía jugando con el globo terráqueo algo desfasado, pero terriblemente hermoso. Sus largos dedos eran muy atractivos, aunque sobre la pieza parecían patas de araña. El cabello azabache lo tenía algo revuelto y rozaba algo más que sus mejillas.

—¿Disculpa?—pregunté alzando la vista para ver a ese impresionante guerrero con aquellas prendas tan bárbaras. Creo que el diseñador de tal esperpento era el cotizado Ermenegildo Zegna, pues había adquirido algunos trajes suyos hacía algún tiempo para pasar desapercibido entre el populacho.

—Deberías pensar más en lo que haces—me escupió directo mientras acomodaba los hermosos gemelos de oro y diamantes que lucía de forma coqueta.

—Gregory, no quiero discutir por algo tan estúpido—dije intentando restarle importancia.

Con cuidado dejé la pluma en un lado de la mesa y recogí mis largos cabellos color paja hacia un lado. La túnica árabe que lucía, prestada por Seth, me quedaba como un guante y me hacía lucir muy distinto a ese hombre surgido de los milenios con una belleza sobrehumana.

—Verás, Marius, para mí mi Chrystanthe es muy importante y no permitiré que te propases—comentó apoyando sus grandes manos de guerrero sobre la mesa. Me pregunté a cuantos había matado con ellas desnudas o empuñando una cimitarra.

—Sólo fue un baile—contesté cansado mientras Landen se giraba para husmear mejor la situación.

—Conozco a los hombres como tú—dijo frunciendo el ceño uniendo esas cejas espesas, pero delineadas.

—De acuerdo, digamos que estuve coqueteando pero ¿acaso tú no tienes un joven de piel atezada y ojos profundos por el cual te desvives?—dije con una sonrisa pícara que él se encargó de borrar.

—Sí, como un padre. No soy tan despreciable como tú—respondió.

—Comprendo...

—Aleja tus sucias manos de artista del engaño, las mentiras y desilusiones de mi esposa—me reprendió golpeando la mesa para apartarse con furia. Aquel hombre tenía sólo dieciocho años cuando fue creado, pero su aspecto era el de un hombre maduro y sensato salvo cuando tocaban a la mujer de su vida—. No te quiero cerca—siseó caminando hacia la puerta—. Ella es lo más importante que tengo en mi vida.

—¿Y si ella se acerca a mí?—dije con algo de malicia simplemente para comprometerlo. Admito que a veces puedo poner el dedo en la herida únicamente para ver la expresividad de ciertos rostros, y más cuando estos rostros son tan bellos.

—Ella jamás se acercaría a un cretino por su propia voluntad—esa frase me enfureció.

—Marius, una cortina está ardiendo—susurró Landen.

—¡Me ha llamado cretino!

—Eso es lo mínimo que te ha dicho—dijo aquel dichoso vampiro mientras se subía en la mesa y Gregory se marchaba airoso de aquella pelea—. ¿Ahora comprendes por qué la mayoría deseamos golpearte? Tienes la absurda manía de molestar a todos para divertirte. A Lestat le sale bien, pero tú no tienes la misma suerte—guiñó su ojo derecho y luego me tomó del mentón con ambas manos—. Yo aún sigo queriendo golpearte—dicho aquello se bajó del mueble y se fue hacia el extintor para apagar las llamas que consumían aquella costosísima tela—. Armand no va a estar feliz cuando veas qué hiciste, Marius.


—Al diablo todos...  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt