Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

martes, 4 de octubre de 2016

Concierto maldito

Un relato de Davis, el bailarín de raza negra, que puede que os conmueva. 

Lestat de Lioncourt 



Aquellas noches no volverán. Por mucho que yo desafíe al tiempo y a los recuerdos, no volverán. Ocurrieron, una tras otra, como un destello de una luz fugaz. Eso fueron. Un momento de chispa, una oportunidad mágica para ser feliz y entregarnos a la más deliciosa locura. La música rock elevándose por los muros frágiles de aquellos locales, el murmullo de cientos de almas conversando sobre aquellos libros que habían encendido una llamarada en los corazones, almas y pensamientos de cualquiera, y, las pintadas de advertencia en urinarios y mesas.

Killer estaba inquieto. Se movía por toda la ciudad murmurando que debíamos ir al concierto. No teníamos entradas aún. Baby Jenks jugaba con las graciosas coletas doradas que yo le había hecho, pues parecía una colegiala y no un vampiro que llevaba un par de años cazando hombres. Ella había sufrido mucho, Killer también y yo había tenido una buena vida. Sólo había sufrido algo de racismo e incomprensión, pero como bailarín logré cierta fama en mi ciudad antes de mudarme a San Francisco. Allí conocí a ambos. Nos convertimos en una pequeña familia que terminó siendo un club de moteros con colmillos y ganas de aullar en mitad de la noche.

Muchos querían matar a Lestat, pero nosotros lo admirábamos. Queríamos aparecer en el concierto para ayudarlo. Aplaudíamos incesantemente sus canciones como si fueran en directo, aunque sólo eran transmisiones en programas de música de Mtv. Nos preguntábamos cuántos vampiros conocían realmente a Lestat, quienes eran los que más amaba y si Louis aparecería aferrado a su brazo aquel día.

Deseábamos que nos respetara, nos conociera, nos amara y nos dejara estar con él algunos días. Queríamos aprender. Deseábamos ser parte del selecto club que él llamaba amigos, hermanos, hijos... Admito que suena estúpido, pero para nosotros era algo tan fácil de alcanzar que nada más conseguir las entradas, robadas a los cadáveres de un par de víctimas, corrimos a buscar la primera fila en el concierto.

No sé porqué ella desapareció. Se esfumó de nuestro lado. No podía sentirla, ni encontrarla. Me pareció un feo presentimiento, pero Killer aullaba cada canción. Su rostro dulce, pese a ser un hombre, me encandilaban. Acabé abrazado a él besándolo en mitad de una de las canciones más apabullantes que poseía Lestat. Hablaba sobre una reina dormida, un monstruo milenario, que aguardaba su momento. Entonces, de la nada, ella apareció arrasando con todo.

Noté como Killer tiraba de mí entre la maraña de gritos, sangre, vísceras y fuego; pero en algún momento, supongo que por los golpes y empujones, mis oscuros dedos se separaron de su pequeña mano de mármol. Intenté salir de aquel horror, pero los muertos caían a mi alrededor. En el parking no encontraba mi coche. Me eché a temblar cuando la vi saliendo del estadio con aquellos ojos de pupilas dilatadas. Quise correr, pero no pude. Si bien, alguien me tomó entre sus brazos y me salvó la vida.


Ese alguien era Gregory, con quien comparto mi vida desde entonces. Él me ha intentado curar de mis momentos de locura, debido a todo el trauma que viví. Sin embargo, no dejo de pensar en Killer. No puedo dejar de pensar en él.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt