Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

martes, 29 de noviembre de 2016

Dios, Satanás y Lestat.

Armand tiene razón en muchas cosas... pero en esto... no. No creo que yo destrozara algo que ya estaba roto.

Lestat de Lioncourt 



No sé qué fue lo que realmente me impulsó a hacerlo. Supongo que me sentí aún más perdido que cuando observé las gigantescas llamaradas consumiendo el palacio veneciano de Marius. Tuve una sensación similar en mi corazón, la cual se ahondó hasta casi ahogarme en unas aguas turbulentas y sucias. Me quedé sin voz. Durante algunos días quise averiguar si realmente Lestat había sido sincero, pero me di cuenta que era imposible acercarse a él. Por un lado temía la reacción de su cuerpo, impulsado por propios mecanismos de protección innatos en cada uno de nosotros, y por otro que fuese cierto y hubiese negado a Dios.

Hace siglos dirigía una secta. Bajo París, en sus catacumbas, adoctrinaba lejos de discursos tradicionales sobre Satanás, que era quien nos protegía y nos guiaba para realizar el trabajo divino. Era de carácter secreto para los que no pertenecen a ella; especialmente para humanos. Aunque siempre había curiosos que terminaban amontonándose junto a los restantes cadáveres. Me dedicaba a ello desde que tenía memoria como vampiro, pues fueron pocos los virtuosos meses con mi creador. Santino me inculcó sus ideas, las cuales parecían totalmente ajenas a la verdad que se fue promulgando más tarde.

Lestat la destruyó. Me arrebató la fe que era lo único que me mantenía con vida y a salvo de mi propio dolor. Dios no era un aliciente para curar mis heridas, sino para mantenerme vivo a pesar que estuviese lleno de cicatrices y llagas. Su insolencia, su ruindad, su desparpajo y su fuerza aniquilaron todo lo que creía con un discurso bastante simplista. Desde entonces vagaba intentando comprender si era cierto o no, si tenía razón o no, y si podría encontrar la verdad.

Entonces, ya en esta época moderna donde Internet ahonda más aún en estos temas, apareció Lucifer y lo arrastró con él. Como si lo hubiese invocado en santo ritual durante estos siglos le reprochó el ser un impertinente, aunque también hay que recordar que ama conocer y comprender. Lestat sabe escuchar a pesar que no te crea.

Creo que escuchar una teoría similar a la que promulgaba mi secta, quedarme envuelto en esa nebulosa de poder que él transmitía y todo lo que vi al morderle, me hizo desear huir de la capilla y dejar que el sol me destruyera. Pero no lo hizo. Vi a mi madre, mis hermanos, un hermoso huevo de Fabergé del cual salía el Espíritu Santo y a mí mismo. Caí a un techo cercano y después, sin saber cómo, terminé matando a un desgraciado que estaba a punto de matar a su propia hermana. Así fue como salvé a Sybelle y jovencito Benjamín.


Supongo que mi fe sigue aquí, tomándome de la mano y acariciando mis cabellos cobrizos. Tal vez jamás deje de ser el niño perdido en este mundo lleno de pecados, horrores y sueños infelices. Pero sé que no voy a morir. Quiero vivir. Me he dado cuenta que quiero vivir. No importa si existe un Dios o no. Ya sólo importa el hecho de vivir.  

No hay comentarios:

Gracias por su lectura

Gracias por su lectura
Lestat de Lioncourt