Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

viernes, 11 de noviembre de 2016

Dulces recuerdos

Julien Mayfair es un hombre que no me sorprende ya, pero a veces me enternece pese a todo.

Lestat de Lioncourt


Quedé sin ilusiones. Una vida como la mía, sujeta a mentiras y problemas de todo tipo, termina degradándose y convirtiéndose en un pozo oscuro. La perversión siempre va unida de la mano de las necesidades de verdadero afecto. Jamás creí que pudiese tener la más mínima oportunidad de ser feliz en un mundo como el mío. El afecto venía por parte de mis hijos, pero a veces se diluía en el fondo de un vaso de whisky con hielo.

Para soportar el sufrimiento de una vida impía me sentaba por las noches en mi despacho, sacaba algunos folios en blanco, mi hermosa estilográfica y colocaba mi disco favorito en el Victrola. Dejaba que la música envolviera la habitación acariciando cada rincón, mientras él bailoteaba bajo la luz tenue de mi lámpara.

Entonces, una noche cualquiera, apareció en mi vida. Estaba en uno de esos locales de mala muerte que solía acudir, con o sin Lasher, para festejar un negocio que se había cerrado con éxito. Me había hecho con una pequeña fábrica que convertiría en fundamental para la industria local, después la vendería y el dinero lo invertiría en el fondo de la heredera Mayfair. Ese fondo ayudaría a Stella en un futuro. Ella sería la gran heredera, pues su madre no era más que una pobre infeliz. Mary Beth no sabía moverse en el mundo de los negocios, además su marido era sólo un estúpido alcohólico lleno de problemas.

Richard, así se llamaba, se convirtió en la pieza fundamental en mi vida. Él me ayudaba a olvidarme de todos los problemas que caían sobre mis hombros. Mi mujer decidió abandonarme, mis hijos estuvieron a punto de darme la espalda y Lasher era cada vez más exigente. Estaba en un periodo delicado. Sabía que no me quedaban muchos años más. Había cumplido ya los sesenta años y llevaba demasiado tiempo alargando mi vida, postergando mi marcha de los negocios y evitando que alguien más joven quedase bajo las garras despiadadas de ese fantasma.

Quise protegerlo. Nada más verlo deseé retenerlo entre mis brazos y no soltarlo jamás. Me convertí en un hombre lleno de celos que cuidaba con caprichos, atenciones y dulzura a un muchacho que en cualquier momento podía ser destruido por la rabia incontenible de un monstruo hecho de sombras, ambición y refrescante lluvia.


No dejé de sentarme en el despacho, pero esta vez mis memorias tenían un matiz distinto. Los niños correteaban por la sala, aún eran muy pequeños para comprender la importancia de mis memorias, y él bailaba ensimismado en los ritmos de aquella melodía tan sugestiva. Mis pensamientos estaban con aquel muchacho, delgado de cintura ligeramente estrecha, que me había hecho caer a los infiernos del deseo, de un amor demasiado apasionado como para dejarlo escapar, pese a rondar los setenta y ser un anciano en comparación con sus carnes de apenas veinte años. Él desconocía la verdad, sólo sabía que era un caballero fuera de la cama y una bestia sobre el colchón. Nos amábamos, nos codiciábamos, y eso era lo que yo quería que supiera. Jamás deseé que supiera que estaba con un poderoso brujo que era capaz de asesinar mediante el fantasma que contaminaba su vida.  

¿Cuántas cosas quedaron cuando desaparecí? Quizá mi amor por él, por Stella y el dinero que amasé. 

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt