Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

lunes, 10 de julio de 2017

El amor es de dos

Armand a veces me da ternura. Sólo a veces.

Lestat de Lioncourt 


—¿Te encuentras bien?—preguntó apoyado en la baranda de metal que daba acceso a la escalera contra incendios.

Había subido a lo alto del edificio, justo donde las palomas solían estar durante el día, para poder contemplar la ciudad como lo hacían ellas. Mis ojos pardos se mantenían en un estado de alerta y agitación permanente convirtiéndome en un ser inestable. Apenas llevaba algo de abrigo. Tan sólo una chaqueta vaquera a juego con los jeans desgastados por el dobladillo. Incluso estaba descalzo. Sentía bajo mis pies las pequeñas piedrecitas que allí se habían regado.

Detestaba la sensación de desasosiego desacompasado que ofrecía mi corazón. Mi mente estaba revuelta y los fantasmas del pasado se habían conectado una vez más conmigo. El mar de polución impedía ver las estrellas, pero sabía que la mayoría que allí brillaba las había visto en los cielos nocturnos de Roma cuando esperaba que él apareciera.

—Armand, te estoy hablando—indicó colocando sus manos sobre mis hombros. Eran manos delicadas de un hombre que jamás había usado estas para trabajos pesados. Las manos de un burgués cuya vida se había detenido hacía siglos—. He subido aquí porque me ha llamado poderosamente la atención que no desearas acudir a la ópera con nosotros.

—Vete, Louis—respondí—. Vete y déjame a solas.

—¿Por qué? ¿Ha sucedido algo?

Él insistía en saber qué me pasaba. Yo sólo quería estar a solas con mi dolor. Soñarlo era un martirio, pero jamás lo verbalizaba. Él sí lo hacía en ocasiones. Levantaba el teléfono y me comentaba cuanto me echaba de menos. Por mi parte sólo podía cerrar los ojos y desear que el dolor menguara como mengua la luna. Pero no. Sólo crecía y se convertía en una daga que retorcía cada una de las arterias de mi corazón.

—Deberías olvidarlo de una buena vez. Han pasado siglos y se ha demostrado que es imposible que podáis estar juntos. Su orgullo y su falta de tacto son un referente para no codiciarlo como lo haces—decía involucrándose en la situación y dejando a un lado el simple apoyo.

—Louis, no quiero consejos—dije—. Me conformo con un abrazo sincero. No quiero que me digas lo que tengo que hacer o como debo vivir mi vida.

—Haces público tu dolor y por ende me veo en la necesidad...

—No—recalqué arrugando la nariz y apartándome de él—. Vete a la ópera y déjame aquí. Necesito mi espacio, mi momento de angustia, para ofrecerme una posibilidad u otra—dije mirándolo a los ojos, pues me había girado hacia su rostro. Él se veía preocupado, pero sabía que no entendería nada.


Afortunadamente se marchó de inmediato. Nada más escuchar mi petición la acató. Nadie podía saber lo que yo estaba viviendo porque nadie era yo. Habían vivido amores y desilusiones, pero ninguna como la mía. Nadie vive de igual modo el fracaso de un amor. Sobre todo porque sé que ese amor sigue ahí postergado en el tiempo esperando el momento de revivir. Y yo sigo aquí aguardando aunque él no lo crea. Sigo soñando, aunque él decida que sólo le ocurre a su persona. Sigo manteniendo mis manos atadas a un amor que puede que no merezca la pena para los demás, pero que para mí sigue siendo mi gran pasión.  

No hay comentarios:

Gracias por su lectura

Gracias por su lectura
Lestat de Lioncourt