¡Por supuesto! Flavius es de esos que son amigos para siempre. ¿Cómo no llamarlo amigo?
Lestat de Lioncourt
“Deja que la lluvia toque tu cuerpo,
que te abrace de forma invisible.
Deja que la lluvia bese tus labios,
y se una a ti de forma imposible.
Mírame, estoy aquí.
Mírame, deseo vivir.”
Las canciones son para las personas que
sienten deseos de bailar incansablemente, moviendo sus pies de un
lugar a otro, sin importar si son torpes o no. los poemas son para
almas rotas en mil pedazos que remiendan estas con paciencia,
esfuerzo y dedicación. Por eso leo poemas. De algún modo tengo mi
alma quebrada en miles de pedazos. Igual que un espejo que se quiebra
y causa siete años de maldición. Pero estos pedazos son fáciles de
unir, pues no han perdido su esencia ni su lugar.
“Del rojo apasionado de una amapola
un dios pintó sus seductores labios.
Y de la fuerza del inquieto mar
la fuerza para estar por siempre sola.”
He disfrutado demasiado tiempo del
sufrimiento para construir un enorme muro. Un muro gigantesco que
sostenga mis libros en baldas perfectas. Sin embargo, siempre hay una
puerta abierta o una ventana por donde entran quienes lo desean. No
cierro mi alma a nadie.
“Dulce sensación esa
que hace tu cuerpo
mientras te hago presa
entre mis brazos insensatos.”
Durante muchos años he creído que
apartarme del mundo, manteniendo contacto únicamente a los más
cercanos o los que quisieran encontrarme, era lo idóneo. Ella me
pidió que huyera, me pusiera a buen resguardo y jamás contara a
nadie quién era. Hizo aquello temerosa, llorosa y desafiando al
monstruo que tenía por amor platónico. Había una ley no escrita,
pero bien conocida, que no se podía dar “La Sangre” a tullidos,
ancianos o niños. Pandora se arriesgó a realizar tal proeza
conmigo, su esclavo favorito y su confesor en los malos momentos,
para agradecer mi amistad y bondad. Yo, un hombre al que le faltaba
una pierna, tuve la oportunidad de vivir eternamente para recitar
poemas y conocer la paz. Aunque en estos últimos años sólo he
escuchado y visto horrores, salvo alguna proeza médica de mano de
científicos y médicos vampíricos.
“En tus ojos veo el mundo,
los océanos y tu alma.
Veo el dolor que guardas.
¡Qué tus pasos sean mi rumbo,
y qué tus manos sean mi calma!”
Flavius. Me llamo Flavius. Mi nombre
surgió de su pluma, de la pluma de mi señora Pandora, en su libro
pero no fue hasta hace cuatro años que mi voz, mis sentimientos, y
parte de mi historia no fue resuelta. Soy Flavius el esclavo, el
amante de la poesía, el contable de la vivienda de aquella mujer
agreste, el compañero de las pesadillas y la calma tras el horror.
Mi nombre es Flavius, pero tú puedes llamarme amigo.
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