Vendí el mundo en letras bañadas en
lágrimas y con sonrisas desdibujadas. El mundo se volvió
sorprendente y lo puro explotó en mis venas. Me sentí perdido,
asustado y finalmente caí de rodillas sin control. Mi rostro era la
máscara de la felicidad, el lujo y la destrucción. Un perfecto
villano disfrazado de marqués de sueños eróticos y locuras en
escenarios en los cuales los adolescentes venderían su alma a este
demonio, el cual estaba deseando sentir el calor del amor. El amor me
convirtió en un hombre deshonesto en este fiero jardín salvaje
convertido en desierto.
Entonces tropecé contigo y recordé
que era la verdad. Dejé el mundo de la ilusión y perdí interés en
escucharme a mí mismo. Até mis manos a las tuyas, mi alma se
desvaneció y me quedé clavado en tu belleza. Terminé huyendo de la
locura y la excitación momentánea al generar problemas, me hundí
en los lodos de la pasión y allí quedé sumido en la calma agitada
de mi pecho. Al surgir pude contemplar tu hermoso rostro, tus manos
colocadas sobre el mío y el deseo insaciable de besarte.
Me convertí en un hombre distinto al
que últimamente veía en el espejo. Un hombre enamorado, ilusionado
y con ganas de nuevas aventuras. La derrota que sentí en los últimos
años, el desánimo frente al mundo y el amor moribundo quedó a un
lado convirtiéndome en un héroe de una historia que no he terminado
de narrar. Quedé hechizado por todo lo que tú me diste en tan pocos
segundos. Un amor a primera vista que aún perdura.
Lestat de Lioncourt
No hay comentarios:
Publicar un comentario