Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

domingo, 31 de agosto de 2014

Mi odio es todo tuyo

Otra carta de Louis... que casual... de odio. Y yo que lo agradezco. Mejor que me odies a que me ignores, así puedo seguir molestándote hasta hacerte estallar. 

Lestat de Lioncourt 


Odiarte no es suficiente.

El odio no nace de la nada. Detesto odiarte porque sé que la llama de éste sentimiento surge de mi pasión, recuerdos y desesperación. Te adueñaste de mí. Me atrapaste como se atrapa a una polilla que camina hacia la luz. Me hiciste creer que todo era posible, que el dolor desaparecería y que la muerte no sería una salida digna. Tú, codicioso y vengativo, me arrancaste de mi destino en éste mundo. Hiciste que el tiempo se detuviera, que los colores estallaran con una fuerza insoportable y la noche estalló cargada de estrellas.

Me convertiste en un miserable.

Creaste a un monstruo lleno de dolor, para luego susurrarle que su tragedia sólo había comenzado. Debía vivir con la pena colgando en mi pecho, condenado a soportarte y aceptar que nunca podría morir. La sed laceraba mi garganta, se adueñaba de mi alma y me empujaba a cometer el peor de los crímenes. Yo no pude quitarme la vida, pero debía quitársela a otros. Decías que mi piedad era insufrible, pero te regodeabas cuando lloraba y sentías placer ante mi angustia. Eras un monstruo, siempre lo fuiste y lo serás. Un cobarde que jamás quiso decirme la verdad, y que cuando la supe sólo pudo escudarse en sentimientos que no tienes.

Todo por amor. ¡Qué bonito suena! Y que lamentable es saber que es tan falso como tus sonrisas.

¿Realmente me amabas? ¿Querías protegerme? ¿De quién? ¿De ti, de mí o de todo lo que somos? Aún no lo sé, pues no sé cuales son tus juegos a pesar de los siglos. Siempre sabes como saldrán los dados, tienes las cartas marcadas y la suerte besa tus mejillas mientras acaricia tus cabellos dorados. He visto en tus ojos la verdad desbordarse, las lágrimas sanguinolentas más cálidas que he conocido y aún así no te creo.

Quise ver el sol, pues el pasado que vivimos era demasiado amargo.

Ella era todo para mí. Prácticamente la vi morir. Pude palpar el aire cubierto de sus llantos y lamentos. Sentí como la arrancaban de mis brazos y hundían cada recuerdo en brea caliente. Tuve que vivir preso del dolor. Ya no sólo era un asesino, lo que fui incluso antes que tú me impulsaras a ello, sino un padre con los brazos vacíos y viejas cuentos infantiles amontonados en la memoria. Pero tuviste que aparecer tú. No me dejaste hacer lo que quería. Siempre haces lo que tú quieres, pero no permites que otros hagamos lo que necesitamos. Que me salvaras no significa que yo quisiera ser salvado.


Eres despreciable. Ni siquiera me dejaste morir. ¿Y debo estar agradecido? Púdrete en el infierno y no regreses. No quiero saber nada de ti, pues si acabas frente a mí posiblemente conocerás lo cálidas que son las llamas de una antorcha.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt