Sí, sí. Otra carta del diablo. ¿Creen que le haré caso? NO.
Lestat de Lioncourt
Había observado sus peripecias durante
años. No había nada que se escapase a mis dominios. Poseía una
astucia típica de un héroe, junto con su torpeza. Sus ojos siempre
me han llamado poderosamente la atención. Tiene una mirad altiva,
pero profunda. Creo que me sentí reflejado en su forma de vivir. Sus
continuos pensamientos sobre Dios, la bondad y la maldad, la búsqueda
de la verdad y también su rebeldía ante las reglas impuestas, ya
que no acepta nada que no haya meditado antes, me resultó tentador.
Quería igualar mis fuerzas, comprender su mente y atrapar su alma
para que siempre estuviera en mi compañía, complaciendo mis deseos.
Supongo que mi fascinación provocó que olvidara por completo que lo
amaba rebelde.
Juro que no deseé jamás asustarlo.
Aunque fue bastante divertido observar como su rostro se deformaba
entre la sospecha, el terror y el pánico. Si bien, es la imagen que
me han dado. Tengo ese aspecto porque cumplo la condena de mis actos.
Todo tiene consecuencias en ésta vida y supongo que querer saber la
verdad, por dura que sea, te convierte en un monstruo a ojos de
todos. Sólo quería mostrarle todo lo que yo conocía y tomara
posiciones. El mundo es demasiado gris y triste, casi humillante,
cuando te percatas que sólo es un tablero de ajedrez y que la
mayoría de las piezas son simples peones.
Las religiones son palabras mojadas que
parecen saciar la sed en el desierto. Muchas personas toman la
palabra “divina” que hay en sus páginas como una verdad
irrefutable. Sin duda, es descabellado. Sin embargo, es común. No
sólo hay radicales islámicos, también judíos y cristianos.
Cientos de sectas a lo largo y ancho del mundo. Gente militarizada,
inclusive, que apunta a otro en la nuca porque tienen un dios
distinto es de locos. Yo sólo deseaba que él mostrara la verdad.
Necesito recaudar almas para Dios, o mejor dicho necesito que
asciendan a los cielos y no tener que recuperar una a una en el
sheol.
Me he convertido en un maestro que
castiga con el rostro hacia la pared. No obstante, yo fui algo más.
Soy un ángel. Me mostré como tal ante Lestat y éste tomó el
atrevimiento de dudar. Yo también lo hubiese hecho, sin embargo
pensé que lo había logrado. Él estuvo a punto de aceptar todo lo
que había visto. Sus ojos brillaban como los de un cuervo ante un
pequeño tesoro. Pero no fue así. Huyó de mí.
Mi amor por él aún existe. Sigo
persiguiéndole. Susurro en sus mañanas palabras de amor. No puedo
dejar de pensar que es perfecto para llevar sobre sus hombros parte
de mi peso, pues me siento Atlas. Sí, el mundo está en mi espalda y
yo ya no puedo siquiera volar con mis alas. Dios sabe que lo he
intentado. Fue mi último acto de rebeldía. Quemé con él el último
cartucho.
No hay comentarios:
Publicar un comentario