Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

sábado, 13 de septiembre de 2014

El amor, siempre el amor

Me gustan las reflexiones de este Loco. Manfred es un hombre de otro tiempo y creo que tiene razón en muchas cosas. Me gusta. No me gusta cuando llora y se convierte en un pesado... pero... hay cosas que sí me agradan de él.

Lestat de Lioncourt 


El amor es efímero hoy en día. Pocas parejas duran más allá de una sesión nocturna en el cine. La pasión se agota con el primer beso y desaparece en cuanto las decisiones se convierten en un tema difícil, truculento o simplemente pasa a formar parte de las discusiones habituales en la pareja. Todo se derrumba. La vida se convierte en una avalancha de problemas y los aplasta. Quedan enterrados en tumbas disparejas con el corazón roto y el alma herida. Miles son los románticos que terminan en segundos lo que les costó tener meses.

Recuerdo el largo tiempo del cortejo. Las semanas, e incluso meses o años, en los cuales suspirabas por poder tocar con la punta de tus dedos los suyos. Morías por besar sus hombros, rodear su cintura y susurrar a su oído lo maravillosa que era. Era una vida distinta. Todo parecía más lento y tortuoso. Cuando llegaba el momento culmen sabías que conocías bien a la persona con quien lo compartirías todo. Ahora, prácticamente en estos momentos, muchos se conocen y ya toman sus manos como si fueran el alma gemela del otro. No hay que perder tiempo. Os han enseñado que el reloj cuenta rápido las horas y creéis que el amor se puede construir en minutos. Por eso se os derrumba como castillos de naipes.

Escribir sobre la pasión y el amor es complicado. Me siento con el corazón en la mano, el alma temblando como una hoja a punto de caer al suelo y el peso terrible en mi espalda que me doblega. Ella murió hace mucho tiempo. Cuando desapareció de éste terrible mundo, tan cruel, me hundí. Me sentía solo y despreciable. Había malgastado parte de mi vida hundido en negocios turbios, apuestas ilegales, tratos con seres que aún me persiguen y llevado mi alma al infierno demasiado pronto. Ella era un ángel. Una mujer fuerte y desafiante. Virginia se había vestido sola hasta el último de sus días, no permitía que otra persona atase sus botas o cepillase su cabello. Jamás se quejó del dolor que sentía y cuando me tomaba con sus manos notaba su esperanza. Teníamos dos hijos, no quería desaparecer. Sin embargo, cuando enterré su cuerpo, y noté que debía acostumbrarme a un mundo sin su voz, me volví loco. Comencé a beber y apostar aún más fuerte, las mujeres de mala vida me buscaban y sonreían encantadoras. El mundo entero me perseguía seduciendo mis más bajos instintos.

He contemplado crímenes terribles, algunos cometidos por mis propias manos. Mis hijos crecieron, el mundo se volvió turbio, después supe que murieron y mis nietos se convirtieron en los dueños de mi legado. He vivido más que ellos. No soy humano. Ya no soy humano. Soy Manfred Blackwood, El Loco, y vivo en Nápoles añorando el zumbido de los mosquitos del pantano y la voz de Virginia. Soy el hombre que permitió que mataran a su amante, el mismo que desapareció y creen que fue devorado por los caimanes. Sí, soy ese hombre. Un anciano con colmillos y trajes elegantes con corbatas de seda, que se sienta al fondo de los locales y mira con cariño una vieja fotografía desgastada.


Si me preguntaran si el amor dura para siempre diría que sí, que no se olvida. Pero, si me preguntaran si la sociedad moderna está comprometida con el amor, más allá de unas simples palabras, comentaría que sólo un puñado sabe realmente que el amor es como un veneno, una droga seductora, y que cuando la tomas debes saber las consecuencias antes de declararte adicto.  

No hay comentarios:

Gracias por su lectura

Gracias por su lectura
Lestat de Lioncourt