Memnoch se presenta de nuevo tal cual es... teman por sus almas.
Lestat de Lioncourt
Puedes escuchar las campanas del
infierno abriéndose a mi paso. Mis manos tomarán tu alma entre sus
dedos, acariciando la fina lámina que eres en realidad, mientras
observo cada mancha y sonrío fascinado por la caída de una nueva
alma. Me puedes imaginar de mil formas. Posiblemente has visto mi
rostro en algún escaparate, en la sonrisa de una seductora ejecutiva
o en la mirada angustiosa de un mendigo. Es posible que me veas
frente a frente en el espejo y en la cajetilla de tus cigarrillos.
Incluso me habrás rezado mientras vacías tu botella de whisky en tu
garganta. Soy el demonio.
He venido a relatar para ti las
místicas palabras del adiós. Disfruta del último salmo. Vengo para
que te despidas de éste escenario y vengas conmigo. Hemos acabado
aquí. No habrá marcha atrás. La carretera al infierno se abre a
nuestro paso. No te preocupes por los gritos que escuches, pues eres
mi invitado y tendrás el trato que te mereces. Será un trato justo.
Un duelo de igual a igual. Por favor, sonríe porque hoy es tu día
de suerte.
Nunca un demonio nadie te dirá de
forma más dulce que te ama. Pues yo amo a todos los que se unen en
mi sufrimiento. Pues yo sufro cuando os contemplo llorar, pero a la
vez creo que tengo la oportunidad de elegir un alma pura para
llevarla a Dios. Si padeces conmigo, si te conviertes en mi aliado,
verás que somos iguales. Somos los viejos rebeldes que cayeron en
desgracia.
Por favor, no hagas preguntas. No es
necesario que preguntes nada. Sólo toma lo que te ofrezco, pues es
la única oportunidad que tienes. Nadie más vendrá a ofrecerte otro
trato. Estás condenado a verme cada día, así que sé simpático
con el demonio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario