Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

miércoles, 24 de diciembre de 2014

Perdición

Rowan nos narra un poco de ella misma, de sus sentimientos y su pasado. ¿Ven por qué la amo?

Lestat de Lioncourt


Mi vida nunca fue un camino de rosas, pues siempre caminé sobre espinas. Las mentiras se acumulaban en cualquier rincón de mi alma. Podía notar como me ocultaban cosas de forma constante. Yo era un parche para una relación que iba a la deriva. Me sentía usada en una relación de una mujer desdichada, que no podía tener hijos, y un hombre que no era capaz de aceptar que ella era mejor que todas las furcias con las que coqueteaba. Siempre estuve envuelta en miles de circunstancias.

La historia de mi vida es larga e inverosímil, pues me rodean fantasmas que golpean cristales y renacen con la fragancia de un paraíso prohibido. El dolor que llevo en mis venas es insoportable. Mi madre murió sin que yo pudiera siquiera reflejarme en sus torturados ojos de mujer derrotada. La adoptiva, una prima lejana suya, se consumió como una hermosa rosa en una habitación tan cruel como la de cualquier hospital. Mi padre murió tras caer por las escaleras en un ataque extraño de pánico, el cual fue provocado por un ser maligno que jamás abandonó las propiedades de las cuales yo sería heredera. El adoptivo era un cerdo que adoraba besar a jovencitas e imponer sus caprichos, aunque fue decente conmigo. Si bien, yo lo maté. Maté a ese imbécil que destrozó la vida de la que llamé madre durante tantas décadas. Muchos cometieron el error de verme frágil por ser esbelta, de hermosos y grandes ojos grises, piel de porcelana y pose desgarbada. Sí, me veían frágil. Pero era un monstruo que deseaba salir a la superficie.

Contaba con tres muertes a mis espaldas. Una niña que me hizo la vida imposible, un maldito desgraciado que quiso aprovecharse de mí y mi propio “padre”. Tres muertes. Sí, tres horribles muertes. Tres asesinatos manchaban mis manos cuando me percaté que era yo, y sólo yo. Podía curar como neurocirujana siendo extremadamente precisa, pero también lograba matar a otros con el poder de mi mente.

Sin embargo, salvé su vida. ¿Tal vez iré al paraíso por salvar a un buen hombre? ¿Caminaré por el edén contemplando flores que no se marchitan y una cálida luz que envuelve todo? Tal vez, sí. Tal vez. Ese hombre tenía un rostro masculino, pero bondadoso. Sus profundos ojos azules me miraron como un náufrago sediento. Estaba muerto y yo lo devolví a la vida convirtiéndome en Víctor Frankenstein.

Jamás creí que aquel paseo en yate, intentando relajar mi atormentada mente, se convirtiera en una aventura que aún continua. Me sacaba algunos años, tenía el aspecto típico de un bombero por su pecho ancho y sus músculos, poseía unos labios carnosos que saboreé mientras insuflaba un poco de vida y sus manos parecían querer palpar el cielo para atraparlo. Él es Michael Curry y se convirtió en mi mayor misterio, una pasión desatada y finalmente, como si fuera un cuento de hadas moderno, mi príncipe azul. Pero, como he dicho, mi vida es inverosímil y está llena de espinas.

Él tenía un poder magnífico, pues podía leer con las manos. Un poder que me llevó a casa, a New Orleans, y me hizo ser de nuevo la mujer que debí ser. Lo hizo justo el día de la muerte de mi madre. Me habló de una casa que terminó siendo la mía. La mansión de First Street. Mansión que sería nuestro hogar y el epicentro de la tragedia.

Un hijo siempre es motivo de celebración. El nacimiento es alegría. Sin embargo, ¿cuándo nace un monstruo hay tiempo para dejar de gritar y llorar? El ser que rondaba aquellos muros, que incluso me visitó el día que mi madre abandonó este mundo, no era otro que un ser que siempre había estado en la familia. Desde los tiempos convulsos de las quemas de brujas había surgido la imponente figura de un hombre, un conseguidor de deseos, que como buen genio realizaba hechizos y movía los hilos correctos. Muchos cayeron en su poder, otros intentaron dominarlo y yo me convertí en la puerta, Michael en la llave y él tuvo al fin el cuerpo que deseaba tener desde que murió asesinado en una hoguera. Él volvió a la vida en mi vientre y nació. Nació para ser de nuevo la criatura longeva y cuasi inmortal. Un ser de aspecto perfecto y malévolos planes.


No he sido la misma desde que él me torturó, pero ¿cabe la posibilidad de haber vivido de otro modo? Esa es la pregunta que me tortura.   

No hay comentarios:

Gracias por su lectura

Gracias por su lectura
Lestat de Lioncourt