Rowan nos narra un poco de ella misma, de sus sentimientos y su pasado. ¿Ven por qué la amo?
Lestat de Lioncourt
Mi vida nunca fue un camino de rosas,
pues siempre caminé sobre espinas. Las mentiras se acumulaban en
cualquier rincón de mi alma. Podía notar como me ocultaban cosas de
forma constante. Yo era un parche para una relación que iba a la
deriva. Me sentía usada en una relación de una mujer desdichada,
que no podía tener hijos, y un hombre que no era capaz de aceptar
que ella era mejor que todas las furcias con las que coqueteaba.
Siempre estuve envuelta en miles de circunstancias.
La historia de mi vida es larga e
inverosímil, pues me rodean fantasmas que golpean cristales y
renacen con la fragancia de un paraíso prohibido. El dolor que llevo
en mis venas es insoportable. Mi madre murió sin que yo pudiera
siquiera reflejarme en sus torturados ojos de mujer derrotada. La
adoptiva, una prima lejana suya, se consumió como una hermosa rosa
en una habitación tan cruel como la de cualquier hospital. Mi padre
murió tras caer por las escaleras en un ataque extraño de pánico,
el cual fue provocado por un ser maligno que jamás abandonó las
propiedades de las cuales yo sería heredera. El adoptivo era un
cerdo que adoraba besar a jovencitas e imponer sus caprichos, aunque
fue decente conmigo. Si bien, yo lo maté. Maté a ese imbécil que
destrozó la vida de la que llamé madre durante tantas décadas.
Muchos cometieron el error de verme frágil por ser esbelta, de
hermosos y grandes ojos grises, piel de porcelana y pose desgarbada.
Sí, me veían frágil. Pero era un monstruo que deseaba salir a la
superficie.
Contaba con tres muertes a mis
espaldas. Una niña que me hizo la vida imposible, un maldito
desgraciado que quiso aprovecharse de mí y mi propio “padre”.
Tres muertes. Sí, tres horribles muertes. Tres asesinatos manchaban
mis manos cuando me percaté que era yo, y sólo yo. Podía curar
como neurocirujana siendo extremadamente precisa, pero también
lograba matar a otros con el poder de mi mente.
Sin embargo, salvé su vida. ¿Tal vez
iré al paraíso por salvar a un buen hombre? ¿Caminaré por el edén
contemplando flores que no se marchitan y una cálida luz que
envuelve todo? Tal vez, sí. Tal vez. Ese hombre tenía un rostro
masculino, pero bondadoso. Sus profundos ojos azules me miraron como
un náufrago sediento. Estaba muerto y yo lo devolví a la vida
convirtiéndome en Víctor Frankenstein.
Jamás creí que aquel paseo en yate,
intentando relajar mi atormentada mente, se convirtiera en una
aventura que aún continua. Me sacaba algunos años, tenía el
aspecto típico de un bombero por su pecho ancho y sus músculos,
poseía unos labios carnosos que saboreé mientras insuflaba un poco
de vida y sus manos parecían querer palpar el cielo para atraparlo.
Él es Michael Curry y se convirtió en mi mayor misterio, una pasión
desatada y finalmente, como si fuera un cuento de hadas moderno, mi
príncipe azul. Pero, como he dicho, mi vida es inverosímil y está
llena de espinas.
Él tenía un poder magnífico, pues
podía leer con las manos. Un poder que me llevó a casa, a New
Orleans, y me hizo ser de nuevo la mujer que debí ser. Lo hizo justo
el día de la muerte de mi madre. Me habló de una casa que terminó
siendo la mía. La mansión de First Street. Mansión que sería
nuestro hogar y el epicentro de la tragedia.
Un hijo siempre es motivo de
celebración. El nacimiento es alegría. Sin embargo, ¿cuándo nace
un monstruo hay tiempo para dejar de gritar y llorar? El ser que
rondaba aquellos muros, que incluso me visitó el día que mi madre
abandonó este mundo, no era otro que un ser que siempre había
estado en la familia. Desde los tiempos convulsos de las quemas de
brujas había surgido la imponente figura de un hombre, un
conseguidor de deseos, que como buen genio realizaba hechizos y movía
los hilos correctos. Muchos cayeron en su poder, otros intentaron
dominarlo y yo me convertí en la puerta, Michael en la llave y él
tuvo al fin el cuerpo que deseaba tener desde que murió asesinado en
una hoguera. Él volvió a la vida en mi vientre y nació. Nació
para ser de nuevo la criatura longeva y cuasi inmortal. Un ser de
aspecto perfecto y malévolos planes.
No he sido la misma desde que él me
torturó, pero ¿cabe la posibilidad de haber vivido de otro modo?
Esa es la pregunta que me tortura.
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