Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

jueves, 12 de marzo de 2015

Te amo y te amaré siempre

Aprecias en la distancia aquello que fue para ti más que una aventura. La emoción del momento pudo nublarte la vista, no ver lo magnífico que era cada segundo que pasabas a su lado, y cuando se acaba sólo queda en la memoria los recuerdos. Amarla no fue un error, conocerla fue un milagro. Aprendí a dejar el egoísmo a un lado, tirado en una cuneta. Mis aventuras siempre habían sido descabelladas, absurdas, estúpidas e innecesarias. He sobrevivido a miles de catástrofes, confesiones imposibles de olvidar y odios intensos, como el café que toman algunos mortales a las seis de la mañana para despejarse.

Hoy camino por First Street. Busco una mansión en concreto. La acera tiene que estar algo destrozada por las raíces del árbol cercano a la verja. La puerta tiene que estar cerrada, pero la luz de la entrada continuará encendida. Dentro, en ese acogedor hogar, ella estará revisando informes. No sospecha nada. Ni siquiera sabe que he regresado a la ciudad. Huí de todo, incluso de mí mismo, cuando la voz empezó a introducirse en mi cerebro, a hundirme en mis miserias y recordarme lo estúpido que fui. Jamás fui un santo, pero frente a ella subí a los altares y bendije su amor por la pureza.

Creo que nadie me ha amado como ella. Nadie. Estaba dispuesta a perder el amor de su vida, aquello en lo que creía, una familia que la respetaba y la necesitaba de guía, quizás su poderes telequinéticos y todo el beneficio de ser una Mayfair. Dejaría de ser una bruja con dotes para la neurocirugía y se convertiría en esclava de la sangre. Arrojaría a una mujer destrozada, por un pasado trágico, que seguía en pie por propia voluntad, pues se había propuesto no caer, a un mundo que la podía enloquecer.

He errado muchas veces. El precio de mis errores es ver a quienes amo sufriendo. Aún me persigue los ojos de Nicolas, su silencio, las risas estruendosas que parecían truenos en medio del teatro y su dedo acusador. Me odiaba. Me odiaba tanto como a él mismo. Odiaba la maldad que yacía en mi pecho y que vio por medio de la sangre. Me detestaba por cobarde. Lanzó tantos improperios como pudo. Y desapareció del mundo dándome una de las lecciones más duras, trágicas y terribles. Todavía siento los brazos de Claudia, de piel suave y rechonchos, que rodeaban mi cuello. Tan frágil, tan hermosa, con esos labios de muñeca y esos dientes pequeños. Ella sonreía, pero por dentro lloraba. Buscaba ser algo que no podría llegar a ser. Mi niña, mi dama, mi eterna muñeca... Y Louis. ¿Cuánto daño he hecho a Louis? Sin embargo, perdona mis pecados como si fuera un Dios bondadoso, viene a mí con sus palabras más cínicas, me besa como Judas y me mira a los ojos demostrándome que pese a todo, a la estupidez y egoísmo que poseo, me ama. Él es el único que ha logrado superarse. Mi madre sigue errando por el mundo, libre de toda carga. Creo que ella está hecha de un material diferente, uno muy siniestro y formidable. David es un cuento único. Estoy seguro que podría calificarlo de leyenda entre los nuestros. Y Mona... ¿cuánto daño he hecho a Mona? Jamás me va a perdonar. Nunca lo hará. Por eso no quería dañar a Rowan con un amor tan salvaje y siniestro, con una sangre espesa y gloriosa, porque mi maldad se incrustraría en su corazón y mi desesperación la haría sufrir. Podría terminar como mi madre o Mona, deseando que esté lejos de ellas. Pero también muerta.

Preferí que viviera. Deseé que viviera. Aún quiero que viva. Y, sin embargo, me torturo aferrándome a los hierros de la cancela mientras sollozo por mi cobardía. Es la primera vez que dejo atrás a un amor tan importante. Quiero decirle que la amo, que no hay mujer que haya conquistado mi corazón y que aún tiempo cuando recuerdo sus eróticas caricias. Necesito sus labios, sus abrazos, su aliento acariciando mi nuez de Adán... Deseo gritar: ¡Rowan! ¡Amor mío! ¡Rowan!


Sin embargo, ¿no soy un fantasma para ella? ¿Me recordará? ¿Seré parte de un sueño? ¿Habrá superado mi amor por ella? ¿Seguirá amándome? Y entonces, como cobarde que soy, tiemblo y caigo de bruces empezando a llorar. Lo hago todas las noches. Julien me observa con una taza de chocolate en la mano, una sonrisa sarcástica y sus ojos azules bailoteando en plena oscuridad. Aún la amo. Nunca dejaré de amarla, siempre voy a cuidarla desde la distancia y puede, que algún día, deje de ser tan cobarde y rompa todos mis miedos.

Lestat de Lioncourt   

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Lestat de Lioncourt