Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

martes, 28 de abril de 2015

Si supiese...

Michael ama a Rowan más que a él mismo. Me gusta que así sea. Me encanta que así sea.

Lestat de Lioncourt 


Si supiese cuantas veces la he mirado a escondidas, como si fuese uno de los fantasmas de éstas cuatro paredes que llamamos hogar, mientras ojea los informes absorta por completo. Su cuerpo pide un poco de descanso, pero su mente se activa irrefrenable. Carga sobre sus espaldas la tensión de todo el día, los problemas habituales de un hospital y aquellos que pocos sospechan. Sus ojos, grises como las nubes de una tormenta, parecen cerrarse ocasionalmente y, tras un ligero parpadeo, se enfoca en cada párrafo. Palabra por palabra las bebe como si fueran un sorbo tras otro de café. Ella, la mujer que amo. Una mujer distinta. Mi bruja.

Hoy, como otra noche más, he terminado de redactar algunos proyectos. Durante horas he estado frente a la luz de la pantalla del ordenador, la mesa de proyectos tiene algunos trazos de un edificio que estoy rehabilitando, y en la papelera se hallan dos latas de cerveza. He trabajado duro. Ahora quiero estar con ella. Quiero retenerla entre mis brazos, susurrar a su oído que la amo y necesito, pero me mantengo al margen esperando que se de cuenta. Tengo paciencia suficiente para ese ligero cruce de miradas, con esa sonrisa breve y pícara, que me hará sentirme el hombre más afortunado de la ciudad.

La vida me ha demostrado que de nada vale esperar algo del futuro. Hay que vivir cada día como si fuese el último en el calendario. He estado a punto de morir en muchas ocasiones, pero sigo aquí. La contemplo con una necesidad innegable. Quiero decir su nombre, pero muere en mis labios mientras sonrío satisfecho. Ella es feliz con su trabajo, con las prisas por los pasillos y la satisfacción de salvar unas pocas vidas a la semana. No soy el único que la ama o admira. Muchos hombres lo han hecho. Me consta que también hay mujeres que la han deseado, admirado y codiciado. Ella parece no apreciarlo, pero mis celos aumentan con los pensamientos de todos y cada uno de quienes la contemplan. Y, sin embargo, no digo nada. Me muerdo los celos, los trago sintiendo lo amargos y estúpidos que son, para luego ver esa mirada, ese cruce, que termina de derrumbarme frente a ella.

Anoche sucedió. Esperé por más de una hora, pero ocurrió. Me vio y sonrió, se movió del escritorio, caminó hacia mí y me besó suavemente en los labios. Pude sentirla entre mis brazos, desnudarla con mis ásperos dedos y hacerle el amor en nuestra cama de matrimonio. Hoy no espero nada. Sólo necesito abrazarla. Quiero oler el aroma de sus cabellos. Necesito aspirar el calor de su cuerpo.


Sí, la amo. No he dejado de amarla jamás. He cometido muchos errores. No soy perfecto. Ella tampoco es perfecta. Pero sé que juntos somos la pareja idónea.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt