Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

sábado, 25 de julio de 2015

Amistad eterna

—Aunque no lo creas, te amo—dije sin pensarlo. Fue como una revelación que había estado ahí, a la vista de todos, y yo no hubiese sabido expresarlo hasta ese momento. Quizás fue el pánico de saber que era imposible aceptar algo como aquello, pues siempre habíamos sido rivales demasiado confrontados y con una historia trágica tras nuestras huellas.

Él me miró. Detuvo sus pasos y se giró para verme a los ojos. Su rostro no reflejaba emoción alguna. Por un instante creí que se había convertido en una escultura de mármol. Me recordó a la primera vez que lo vi con la escasa iluminación de las numerosas velas de la iglesia. Pude apreciar inclusive el olor a cera quemada, incienso y polvo. Como si fuese una ilusión sus ropas modernas, tan caras como elegantes, se convirtieron en aquella túnica oscura y raída. Su cabello, cepillado hacia atrás, volvió a estar enredado y lleno de musgo, tierra y polvo. De nuevo era el niño descalzo en la iglesia, el muchacho que parecía un ángel que acababa de caer a la tierra.

Dio un par de pasos hacia mí y la ilusión se rompió. Olí su caro perfume francés, el cual siempre lo envolvía con un ligero toque de jazmines y rosas. Era un aroma muy primaveral y fresco, para nada masculino. Posó sus manos sobre mi chaqueta y acarició las estrechas solapas, para colocar sus dedos sobre mis hombros y apretarlos ligeramente. Se puso de puntillas y aproximó sus labios a mis mejillas. Me dio dos besos en la cara, con una ternura impropia del monstruo que podía llegar a ser, y se quedó mirándome a escasos milímetros.

Creo que me perdí en aquellos profundos ojos castaños. Por un instante comprendí a Marius y sus visiones. Pude revivir el cuadro que él había pintado y que había escuchado describir en miles de ocasiones. Amel suspiró y después rió bajo mientras yo estrechaba a Armand entre mis brazos. Lo acaparaba como si fuese la última y única ocasión para hacerlo.

—Yo siempre te he amado—escuché como respuesta—. No comprendía el amor, tan sólo el capricho y la necesidad. Sin embargo, con el paso del tiempo me he dado cuenta que no sólo te quería para olvidar mi soledad, sino porque tú eres parte importante de mi historia y no sé que haría sin tu imprudencia, escaso tacto y estúpida sonrisa—se apartó de mí y dio dos pasos hacia atrás—. Me repatea lo estúpido que puedes ser, pero aún más me duele que te quedes callado y no me digas nada. Me he acostumbrado a discutir contigo y a quererte a mi modo—sonrió de forma apacible encogiéndose de hombros, como si quisiera restar importancia a sus palabras.


Algo en mí se movió y provocó que lo abrazara, besara en la boca y hundiera mis largos dedos en sus ondulados cabellos castaño rojizos. Aquel pelirrojo, de aspecto celestial, era un demonio lleno de sorpresas. Un demonio como lo era yo. Un demonio que no era ni malo ni bueno, sino consciente de sus virtudes y defectos. Le amaba porque él era parte de mi historia y de mi futuro.


El Jardín Salvaje FB  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt