El amor de un padre es muy fuerte, como el de una madre. Michael sólo quería entregar ese amor. Comprendo que se sienta terriblemente dolido y decepcionado consigo mismo, pero no podía hacer nada más. Al menos, así lo creo.
Lestat de Lioncourt
Existen miles de personas en el mundo
que hubiesen deseado no ser padres. Hay quienes abandonan a sus hijos
a su suerte. Muchos reniegan de su paternidad. Pero también existen
hombres como yo, los cuales se han visto privados de ese momento de
orgullo y felicidad. No he podido sostener a mis hijos entre mis
brazos, ni he podido ayudarles a crecer en un mundo cada vez más
distorsionado y perjudicial para las futuras generaciones. No habrá
un nuevo amanecer para mi apellido.
Hace tiempo tuve que aceptar que la
mujer que amaba, esa que me había jurado que jamás me abandonaría,
lo hiciese dejando atrás un aborto premeditado. Nunca me preguntó
si yo deseaba hacerme cargo del hijo que esperaba. Fue egoísta. Pudo
haber tenido a ese pequeño, al cual bauticé como Chris, y
ofrecérmelo a mí. Me hubiese hecho cargo en soledad del fruto de mi
amor por ella. Pero eso no ocurrió. Ella se vio en su derecho y yo
sólo tuve que agachar la cabeza.
Ahora podría decir que he sido padre
dos veces, pero he sido padre de dos monstruos. Aunque Morrigan más
bien era salvaje, atrevida y necesitaba recorrer el mundo para
equivocarse por sí misma. Ella pudo ser mi orgullo, pero se
convirtió en un sueño borroso. He sido padre de dos Taltos. Uno era
un miserable, un perdedor, un soñador cruel y lleno de dolor que lo
convirtieron en un ser retorcido. Él era Lasher. Si bien, Morrigan
nació de un error por mi parte. Fui infiel a mi mujer, la cual había
sido secuestrada por mi hijo Taltos.
Los Taltos crecen en horas, se
desarrollan y tienen personalidad propia. Poseen unos rasgos
similares a los de sus padres, una historia común, conocimientos
mezclados con necesidades. La historia de su pueblo es aprendida
desde el primer momento, sus características más fuertes son sus
sueños más básicos.
Los sueños de Morrigan era ser la
reina de un mundo en ruinas. Deseaba ir donde el viento la llevase.
Olfateaba el aire como un animal salvaje. Se convirtió en una joven
hermosa, de fuerte carácter y hermosos ojos verdes. Acepté que se
fuera, pero aún así me he preguntado siempre qué hubiese sido de
ella de haberse quedado a nuestro lado. Yo habría envejecido aún
más, como lo estoy haciendo, y ella seguiría como una chiquilla de
dieciocho años.
Está muerta. Sus hijos son su herencia
a éste mundo, pero es una herencia terrible. Me he convertido en
padre de esos muchachos. Un padre demasiado benévolo. No puedo
criticar sus necesidades ni sus sueños. Son mucho más manejables
que su madre y menos serios que su padre. Tienen un aire desenfadado,
pero son inteligentes. Poseen una inteligencia para nada perversa. Al
menos yo no veo la malicia en sus actos.
Sea como sea... soy un padre sin hijos.
Un padre que se dice así mismo lo hizo lo mejor que pudo.
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