Salvé a Antoine porque así lo quería. Él me parecía maravilloso y digno de la sangre. Era digno de ser hijo mío. Me siento orgulloso haga lo que haga mientras eso lo mantenga cuerdo y vivo.
Lestat de Lioncourt
He creado música para alimentar mi
alma y curar las heridas de otros. He compartido mi melodía con los
desarrapados del mundo, aquellos que fueron olvidados por la gracia
divina y se hundieron en las tinieblas de sus propios demonios. La
mayor virtud de la música es la comprensión más allá del idioma
que hables, pues posee un lenguaje universal que puede palparse con
el alma y saborearse con cada partícula de nuestro ser. Estamos
hechos de tejidos, pero unidos por el invisible hilo del arte que
satisface las restantes necesidades indispensables para la felicidad.
La música es el alimento para el alma.
Cuando era sólo un niño admiraba a
los grandes músicos. Conocía el placer innegable de la ovación del
público. Aprendí desde joven lo que era el esfuerzo. Mis dedos
estaban cansados, mis brazos adoloridos y aún así seguía
estudiando. Quería ser un músico excelso. No me importaba que mi
hermano fuese el centro de atención de las reuniones y yo quedara a
un lado, como un despojo, porque mi único interés era la música
que allí sonaba. No quería danzar, no quería reunirme entorno a
las mujeres y cortejarlas. Deseaba hundirme en la música, conversar
con los jóvenes que allí se reunían para demostrar su talento y me
unía a ellos con mi piano.
Fui desheredado porque me señalaron
como el culpable de provocar que una joven perdiera su pureza, su
buen nombre e hiriera el orgullo de una familia. Negué ser el padre
de una criatura. Me negué en rotundo porque era mi hermano quien la
cortejaba, quien de puntillas entraba en su habitación y la hacía
suya entre mentiras y caricias.
La música fue lo único que me quedó.
Me aferré a ella, como me aferré a la botella. Ahora me aferro al
piano, al violín y a la sangre. He sido quemado, vilipendiado,
olvidado y aún así sigo en pie. Recuerdo las amables palabras de
Lestat hacia mis composiciones y también las sonrisas de los
humildes, las putas y desarrapados como yo. Me convertí en un músico
de vodevil, pero no en un idiota sin sentimientos.
Ahora soy aclamado cuando mi música
suena a través de las aplicaciones móviles, ordenadores y tabletas
gráficas. Muchos me llaman el nuevo violinista inmortal, algunos me
tachan de excelso músico y hay quienes suspiran cuando escuchan el
inicio de mi instrumento junto a la pianista inmortal Sybelle.
Yo sólo quiero curar sus heridas como
la música curó las mías. Deseo darles esperanza y sueños. Les
animo a ser ellos mismos y a vivir sus sueños, por más que otros
les indiquen que están equivocados. Pero sobre todo deseo que Lestat
me escuche. Quiero que vea en mí al hombre que ayudó a reconstruir.
Sonrío de nuevo lleno de esperanzas porque él me dio la oportunidad
de no morir, de dejar un legado más allá de mis partituras, y vivir
eternamente joven con la fuerza de su sangre y el espíritu que una
vez tuve cuando era sólo un niño. He encauzado mi vida y quiero que
él se sienta orgulloso como padre inmortal. No deseo defraudarlo. No
quiero que nadie sienta lástima por mí. Mi mayor sueño es que
todos vivan en paz escuchando la música que emerge de la oscuridad.
Los músicos inmortales deseamos ser escuchados para que la eternidad
sea más dulce, más atractiva y más vital.
No sólo de sangre vive el vampiro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario