Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

miércoles, 22 de julio de 2015

Ángel de la música...

Salvé a Antoine porque así lo quería. Él me parecía maravilloso y digno de la sangre. Era digno de ser hijo mío. Me siento orgulloso haga lo que haga mientras eso lo mantenga cuerdo y vivo.

Lestat de Lioncourt 


He creado música para alimentar mi alma y curar las heridas de otros. He compartido mi melodía con los desarrapados del mundo, aquellos que fueron olvidados por la gracia divina y se hundieron en las tinieblas de sus propios demonios. La mayor virtud de la música es la comprensión más allá del idioma que hables, pues posee un lenguaje universal que puede palparse con el alma y saborearse con cada partícula de nuestro ser. Estamos hechos de tejidos, pero unidos por el invisible hilo del arte que satisface las restantes necesidades indispensables para la felicidad. La música es el alimento para el alma.

Cuando era sólo un niño admiraba a los grandes músicos. Conocía el placer innegable de la ovación del público. Aprendí desde joven lo que era el esfuerzo. Mis dedos estaban cansados, mis brazos adoloridos y aún así seguía estudiando. Quería ser un músico excelso. No me importaba que mi hermano fuese el centro de atención de las reuniones y yo quedara a un lado, como un despojo, porque mi único interés era la música que allí sonaba. No quería danzar, no quería reunirme entorno a las mujeres y cortejarlas. Deseaba hundirme en la música, conversar con los jóvenes que allí se reunían para demostrar su talento y me unía a ellos con mi piano.

Fui desheredado porque me señalaron como el culpable de provocar que una joven perdiera su pureza, su buen nombre e hiriera el orgullo de una familia. Negué ser el padre de una criatura. Me negué en rotundo porque era mi hermano quien la cortejaba, quien de puntillas entraba en su habitación y la hacía suya entre mentiras y caricias.

La música fue lo único que me quedó. Me aferré a ella, como me aferré a la botella. Ahora me aferro al piano, al violín y a la sangre. He sido quemado, vilipendiado, olvidado y aún así sigo en pie. Recuerdo las amables palabras de Lestat hacia mis composiciones y también las sonrisas de los humildes, las putas y desarrapados como yo. Me convertí en un músico de vodevil, pero no en un idiota sin sentimientos.

Ahora soy aclamado cuando mi música suena a través de las aplicaciones móviles, ordenadores y tabletas gráficas. Muchos me llaman el nuevo violinista inmortal, algunos me tachan de excelso músico y hay quienes suspiran cuando escuchan el inicio de mi instrumento junto a la pianista inmortal Sybelle.

Yo sólo quiero curar sus heridas como la música curó las mías. Deseo darles esperanza y sueños. Les animo a ser ellos mismos y a vivir sus sueños, por más que otros les indiquen que están equivocados. Pero sobre todo deseo que Lestat me escuche. Quiero que vea en mí al hombre que ayudó a reconstruir. Sonrío de nuevo lleno de esperanzas porque él me dio la oportunidad de no morir, de dejar un legado más allá de mis partituras, y vivir eternamente joven con la fuerza de su sangre y el espíritu que una vez tuve cuando era sólo un niño. He encauzado mi vida y quiero que él se sienta orgulloso como padre inmortal. No deseo defraudarlo. No quiero que nadie sienta lástima por mí. Mi mayor sueño es que todos vivan en paz escuchando la música que emerge de la oscuridad. Los músicos inmortales deseamos ser escuchados para que la eternidad sea más dulce, más atractiva y más vital.


No sólo de sangre vive el vampiro.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt