Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

sábado, 15 de agosto de 2015

Pesadilla del pasado

Amadeo y Marius eran el uno para el otro, pero el fuego lo consumió todo. Reconozco que debí escuchar mejor la historia de aquel vampiro que me hizo la vida imposible...

Lestat de Lioncourt


—Estoy cansado de ti, de mí y de todo—dijo de pie sosteniendo la máscara que yo le había obsequiado.

Vestía con unas prendas encantadoras, hechas a medida para él, en tono celeste con bordados dorados. Parecía un ángel con aquellas medias blancas, esos zapatos de tacón azul con hebillas resplandecientes y esa pequeña capa elegante, en un tono un poco más oscuro que el celeste de sus restantes pendas. El pañuelo blanco de su cuello realzaba éste, así como le daba un poder mágico, como el fuego de una cálida hoguera, a su pelo. Venecia derramaba su encanto en un carnaval demasiado pecaminoso, las calles estaban a rebosar de almas que arderían en sus infiernos personales y bajas pasiones, y se podía vislumbras tras los arcos de piedra que había tras él. Era mi palazzo, el lugar donde lo hice mío mil veces y susurré cientos de veces que le amaba. Ese encantador lugar. Volví a mis recuerdos.

—Siempre me decepcionas... —susurró trémulo con lágrimas en los ojos. Oh, aquellos ojos. Eran ojos humanos. Las lágrimas eran translúcidas y saladas. Podía oler su cálida sangre bombeando en su tierno y joven corazón. Deseaban envolverlo entre mis brazos y decirle que le amaba.

—¡Yo te amo, Amadeo!—grité despertándome en mi gigantesca cama de satén rojo, envuelto entre mis sábanas y mi soledad.


Era una pesadilla recurrente. Daniel estaba ya levantado, pese a su juventud, construyendo alguna de sus maquetas. La nieve se acumulaba fuera. El mundo parecía un cementerio frío y terrible. Mi mundo, el mundo que conocí entre pinturas y cálidas conversaciones, se había convertido en fuego y olvido hacía mucho tiempo. Odiaba a Santino. Necesitaba vengarme de él. Quizás, al encontrar aquel día a Thorne, por eso terminé provocando que aquel amable vikingo lo destruyera.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt