Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

jueves, 3 de septiembre de 2015

Aprendemos del amor

Nash es uno de esos hombres que he terminado por admirar. Gracias a él Tarquin tiene unos excelentes modales.

Lestat de Lioncourt


Durante años he estado guardando mi más terrible secreto. Jamás he sido del todo feliz. Mi vida se ha basado en la mera contemplación del mundo, aceptando que no encajaba en las paredes preestablecidas que éste me ofrecía. Liberaba mi alma con libros llenos de pasión, conocimiento, verdad y fantasía. Dejaba que mis ojos se deslizaban por cada línea convirtiéndose, como no, en la única droga posible. Me sentía seducido e inquieto. Intentaba olvidar que el hombre que amaba, aquel por el cual hubiese dado mi vida entera, jamás me miraría como algo más que un buen amigo, un compañero indiscutible para las eternas e infernales discusiones sobre literatura clásica, sociedad, historia o los sueños más perversos del hombre moderno.

Londres es una ciudad inmensa, pero se queda pequeña cuando amas de esa forma. Quieres gritar, aunque sólo logras suspirar mientras miras por la ventanilla del autobús. Comprendes que tu vida, la vida que llevas, será tu cárcel, tu tumba, tu secreto y por ende un terrible dolor que calará hasta los huesos. Por eso mismo acepté la petición de una vieja conocida, a la cual admiraba con fervor. Deseaba que fuese el profesor de su sobrino nieto. Acepté de inmediato. Había amado durante veinte años a alguien que nunca comprendería mi terrible secreto. Durante décadas no dejé de tener amantes, pero ninguno sirvió para consolar mi alma.

Creí que había huido. Pensé que había logrado respirar de nuevo. Me sentí liberado nada más llegar a la húmeda, hermosa y misteriosa Nueva Orleans. Sentí un afecto increíble por sus calles abarrotadas, sus viejos y misteriosos edificios y el colorido de su sociedad. Se podía sentir una pasión distinta, pero todo se truncó cuando crucé mi mirada con la suya. Esos ojos azules, como los de un gato persa, permitieron que mi viejo corazón diese un vuelco y se condenara una vez más.

Aquel joven, ligeramente desgarbado, de finos modales y educada sonrisa triste me resultó atractivo. Era tan apetecible que quise retenerlo entre mis brazos, besar sus labios carnosos y hacerle el amor allí mismo. Fue una reacción extraña. Me había olvidado de mi viejo amor en tan sólo unos segundos. Era como si me hubiese percatado que el mundo tenía más belleza, más cosas que ver y sentir, y yo había estado desperdiciando mi tiempo llorando por alguien que no me haría feliz.


Sin embargo, no me arrepiento. Ahora pertenezco a éste país, tan distinto al mío, y a una ciudad llena de misterios que todavía no he logrado desenredar. No pienso marchame ni olvidar el amor que todavía conservo hacia Tarquin Blackwood.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt