Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

lunes, 7 de septiembre de 2015

Ella, la reina

Akasha era una mujer muy poderosa, pero no dejaba de ser una mujer. Comprendo que tuviese sus debilidades, como todos. Ella tenía sus deseos y sus necesidades. Y él, Gregory, una pasión que no podía ocultar.

Lestat de Lioncourt


Aún puedo escuchar con claridad el zumbido de los insectos cerca del agua. La arena negra y fértil cubría gran parte de la orilla. El calor sofocante del día había acabado y, al fin, había llegado la noche cargada de eternas estrellas que parpadeaban con la belleza que ya parece devaluada. Era hermosa aquella estampa tan salvaje, la cual no he vuelto a tener. No recuerdo noches como aquella.

A mis espaldas estaba el esplendoroso palacio. Allí, en su cuna, lloraba un niño. Había nacido mientras yo estaba fuera, en una misión de exploración hacia el sur. Teníamos nuevo territorio conquistado, pero no estaba celebrándolo. Un nudo en mi garganta evitaba que pudiese pasar la cerveza, el pato asado, los dátiles y las uvas. No era capaz siquiera de poder pensar en algo más que en aquel llanto tan fuerte, tan enérgico y tan inocente.

Ella salió fuera, como hacía siempre en las noches más cálidas, y quedó a pocos metros con sus ojos clavados en mí. Ojos profundos, oscuros, llamativos y femeninos. Unos ojos que me hablaban de poder y tragedia. La contemplé durante varios minutos sin decir nada. Dejé que el tiempo pasara muriendo lentamente entre nosotros, pues quería que ella hablase primero.

—Tengo un heredero—dijo con orgullo.

Las mujeres no le servían. Ellas sólo serían consorte de un inútil mayor a Enkil, su supuesto padre. Era un guerrero táctico, un hombre dispuesto a morir, pero no sabía hacer feliz a su reina. Era incapaz de ofrecerle algo más que joyas y poder. Pero él, aquel niño que lloraba como si fuera un mesías, era distinto.

—¿Cuánto hace que nació?—pregunté apretando mis puños.

Había estado fuera por más de cinco meses, tiempo más que suficiente para su nacimiento. Si bien, sabía perfectamente que ese niño se había gestado en nuestras tórridas noches de pasión. Las mismas noches en las que me juré no regresar de nuevo a su lado.

—Un mes—susurró caminando hacia mí con la misma elegancia, feminidad y poder que lo había hecho siempre.

Sus pechos estaban llenos, pues se encontraban inflamados por la leche. En ésta ocasión no permitiría que otra amamantara a su criatura. Veía en ella orgullo y amor. Un amor distinto al codicioso amor por el trono. Tenía la figura menuda otra vez, con sus amplias caderas y su estrecha cintura. Volvía a ser la reina erótica y grandiosa que todo el mundo temía y amaba a la vez.

—¿Es mío?


Soltó una carcajada ante mi pregunta. Esa fue la única respuesta que tuve al respecto. Después, como si nada, me abrazó rodeándome por el cuello y besando mis labios. Estaba perdido.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt